Leo el artículo de David Gistau publicado en El Mundo, el lugar idóneo para exhibir su prosa reaccionaria, acerca del acto reivindicativo realizado por unos jóvenes pertenecientes a Equanimal el pasado domingo en La Plaza de Toros de Las Ventas y viendo cómo se expresa, llego a la conclusión de que el movimiento creciente por la abolición de tan malsana y dañina tradición está obteniendo resultados muy esperanzadores que hacen confiar en que a medio plazo, España deje de ser uno de los pocos reductos que todavía permanecen para los negociantes y aficionados a la tortura de seres vivos.
Viene a decir el Sr. Gistau que su acción, deslucida por la improvisación, no causó el efecto deseado ni tuvo repercusión, ¿es así realmente?. Pues para ser un acto anodino sin trascendencia ha ocupado no sólo su docta pluma, sinó también espacios en numerosos medios en los que este maestro de la opinión, difícilmente tendría la oportunidad de exponer sus panfletos con aires de NO-DO; tal vez por eso, aproveche el Diario de las tramas bóricas y conspiraciones con música de la Orquesta Mondragón, para condensar en un único escrito sus aficiones taurinas, su desprecio por las demandas de la Sociedad, su patriotismo con tintes chovinistas, su “antizapaterismo” y cierta inclinación, como era de esperar en tan firme defensor de la tauromaquia, por dar a estos activistas contra el maltrato animal un escarmiento ejemplarizante a los ojos de futuros candidatos a repetir una acción similar, como se deduce de su idea de resolver la sentada soltando un toro en ese instante; admirable su tolerancia ante protestas ajenas.
Sr. Gistau, debería de saber Vd. que el movimiento abolicionista no obedece a premisas partidistas, como si lo hace el Periódico donde le dejan escribir y que efectivamente, es incivilizado que torturar y matar a un toro constituya un espectáculo subvencionado y que puede ser contemplado por niños en la televisión; pero no se confunda, aquí nadie identifica lo español con semejante barbaridad, porque españoles también son los que saltan al albero, los que protestan contra el Toro de La Vega o los que piden el fin de la vivisección. Tal vez, lo que le ocurre, es que añora Vd. la España en la que no había colores políticos, ni posibilidad de manifestarse ni de luchar por una transformación social. Quizás, Sr. Columnista de El Mundo, eche Vd. también de menos haber podido colaborar en El Alcázar.
Enlace de interés.
www.equanimal.org
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