Lo vi deslizarse entre las sombras de la noche,
su escuálida silueta se me antojó un espectro
que sin destino vagaba, solitario y perdido,
buscando saciar su hambre entre los despojos
y aplacar su sed, en algún charco ennegrecido,
para luego, hambriento, sediento y aterido de frío,
hacer de cualquier miserable rincón su lecho.
Sé que era atroz su miedo al ser humano,
pues él fue quién hirió su carne y enflaqueció su cuerpo.
Su única amiga era la soledad, perpetua compañera,
su único pecado, ser más débil que su dueño.
En sus ojos lánguidos creo que vi lágrimas,
y era en ellos la tristeza el reflejo de quien asustado
no puede comprender, porqué causando dolor,
y porqué de su absurda y cruel violencia
el hombre se ha de valer para sentirse amo y señor
de tantos seres, indefensos en su inocencia.
No buscaba la piedad,
hacía tanto que ya no creía en ella,
pues con golpes fue pagada su fidelidad,
con desprecio su amor y su celo,
conoció el odio y la rabia, quiso defenderse más…
ya no halló fuerza entre su piel y sus huesos.
Huyó,
para convertirse en una criatura perseguida y acosada
pues grave era su delito: no lucir un collar en el cuello;
tan peligrosa bestia jamás podría gozar de libertad
y es que el hombre, sin palos ni cadenas para atar,
también siente miedo.
Fueron sus días errantes,
una angustiosa búsqueda de cobijo y sustento,
sus noches, la trágica historia de quien por sobrevivir,
rozó la muerte,
y sintió tan próxima su helada caricia
que elevó al cielo su aullido, lastimero gemir,
y fue únicamente la luna testigo de su agonía y su lamento,
tan solo ella, vio llorar a aquel perro.
... Ya lo recogen con repugnancia del asfalto,
al hombre le da asco el cuerpo que él mismo aplastó.
Ahora reposa entre basuras,
y en esa su tumba, de todos olvidado,
yacen los restos del pobre infeliz.
Todos vimos tan triste espectáculo,
y como la sangre bañaba su cuerpo deshecho,
la misma que tantas veces su lengua lamió.
Lo que nadie vio en aquel cadáver destrozado
fueron las otras heridas, también abiertas,
las de su corazón.
2 comentarios:
Os paso otro poema precioso titulado:"Hermano callejero", que por supuesto, está al mismo nivel literario que "Callejero", y transmite los mismos sentimientos, que por desgracia sufrimos a diario los que vemos con los ojos y el corazón la tortura a los animales, y en este caso, el de un animal tan fiel y humilde como el perro.
Podéis leerlo en este enlace con fotos
http://agir-pour-les-galgos.over-blog.com/article-16093203.html
Hermano Callejero:
Hermano callejero
Con una pata colgando,
despojo de una pedrada
pasó el perro por mi lado,
un perro de pobre casta
Uno de esos callejeros,
pobres de sangre y estampa
Nacen en cualquier rincón,
de perras tristes y flacas
destinados a comer
basuras de plaza en plaza
Cuando pequeños, qué finos
y ágiles son en la infancia
baloncitos de peluche,
tibios borlones de lana
los miman, los acurrucan,
los sacan al sol, les cantan
Cuando mayores, al tiempo
que ven que se fue la gracia
los dejan a su ventura,
mendigos de casa en casa
sus hambres por los rincones
y su sed sobre las charcas
Qué tristes ojos que tienen,
que recóndita mirada
como si en ella pusieran
su dolor a media asta
Y se mueren de tristeza
a la sombra de una tapia
si es que un lazo no les da
una muerte anticipada
Yo le llamo: psss, psss, psss.
Todo orejas asustadas
todo hociquito curioso,
todo sed, hambre y nostalgia
el perro escucha mi voz,
olfatea mis palabras
como esperando o temiendo
pan, caricias... o pedradas
no en vano lleva marcado
un mal recuerdo en su pata
Lo vuelvo a llamar: psss, psss.
Dócil a medias avanza
moviendo el rabo con miedo
y las orejitas gachas
Chasco los dedos; le digo:
"Ven aquí, no te hago nada
vamos, vamos, ven aquí"
Y adiós la desconfianza
Que ya se tiende a mis pies,
a tiernos aullidos habla
ladra para hablar más fuerte,
salta, gira; gira, salta
llora, ríe; ríe, llora;
lengua, orejas, ojos, patas
y el rabo es un incansable
abanico de palabras
Es su alegría tan grande
que más que hablarme, me canta
"¿Qué piedra te dejó cojo?
Sí, sí, sí, malhaya"
El perro me entiende; sabe
que maldigo la pedrada
aquella pedrada dura
que le destrozó la pata
y él, con el rabo, me dice
que me agradece la lástima
Pero tú no te preocupes,
ya no ha de faltarte nada
Yo también soy callejero,
aunque de distintas plazas
y a patita coja y triste
voy de jornada en jornada
Las piedras que me tiraron
me dejaron coja el alma.
Entre basuras de tierra
tengo mi pan y mi almohada
Vamos, pues, perrito mío,
vamos, anda que te anda
con nuestra cojera a cuestas,
con nuestra tristeza en andas
yo por mis calles oscuras,
tú por tus calles calladas
tú la pedrada en el cuerpo,
yo la pedrada en el alma
y cuando mueras, amigo,
yo te enterraré en mi casa
bajo un letrero: "Aquí yace
un amigo de mi infancia"
Y en el cielo de los perros,
pan tierno y carne mechada
te regalará San Roque una
muleta de plata.
Compañeros, si los hay,
amigos donde los haya
mi perro y yo por la vida:
pan pobre, rica compaña
Era joven y era viejo;
por más que yo lo cuidaba
el tiempo malo pasado
lo dejó medio sin alma
Y fueron muchas las hambres,
mucho peso en sus tres patas
y una mañana, en el huerto,
debajo de mi ventana
lo encontré tendido, frío,
como una piedra mojada
un duro musgo de pelo,
con el rocío brillaba.
Ya estaba mi pobre perro
muerto de las cuatro patas
Hacia el cielo de los perros
se fue, anda que te anda
las orejas de relente
y el hociquillo de escarcha.
Portero y dueño del cielo
San Roque en la puerta estaba:
ortopédico de mimos,
cirujano de palabras
bien surtido de intercambios
con que curar viejas taras
"Para ti... un rabo de oro;
para ti... un ojo de ámbar
tú... tus orejas de nieve;
tú... tus colmillos de escarcha
Y tú, (mi perro reía),
tú... tu muleta de plata"
Ahora ya sé por qué está
la noche agujereada:
¿Estrellas... luceros...? No,
es mi perro cuando anda...
con la muleta va haciendo
agujeritos de plata.
Manuel Benítez Carrasco(1922-1999)
CALLEJERO
"Era callejero por derecho propio;
su filosofía de la libertad
fue ganar la suya, sin atar a otros
y sobre los otros no pasar jamás.
Aunque fue de todos, nunca tuvo dueño
que condicionara su razón de ser.
Libre como el viento era nuestro perro,
nuestro y de la calle que lo vio nacer.
Era un callejero con el sol a cuestas,
fiel a su destino y a su parecer;
sin tener horario para hacer la siesta
ni rendirle cuentas al amanecer.
Era nuestro perro y era la ternura,
esa que perdemos cada día más
y era una metáfora de la aventura
que en el diccionario no se puede hallar.
Digo ""nuestro perro"" porque lo que amamos
lo consideramos nuestra propiedad
y era de los niños y del viejo Pablo
a quien rescataba de su soledad.
Era un callejero y era el personaje
de la puerta abierta en cualquier hogar
y era en nuestro barrio como del paisaje,
el sereno, el cura y todos los demás.
Era el callejero de las cosas bellas
y se fue con ellas cuando se marchó;
se bebió de golpe todas las estrellas,
se quedó dormido y ya no despertó.
A.Cortez (esta canción sólo la conocemos los que somos mayorcitos......y a los que no nos gustaba Manolo Escobar)
Publicar un comentario