La Organización Mundo Vivo Llanes, con el apoyo de diferentes
colectivos sociales, quiere denunciar la pésima gestión realizada desde la
Consejería de Ganadería de Cantabria durante los temporales de nieve que
recientemente han afectado a nuestra Comunidad, además de expresar el profundo
malestar por el trato que han recibido los voluntarios que acudieron a los
montes desde toda Cantabria, e informar acerca de
la falta de respuesta por
parte de esa Consejería, a la reunión varias veces solicitada para acordar un
protocolo de actuación de asistencia a la fauna salvaje en situaciones como la
vivida, que de existir habría evitado la muerte de cientos de animales por
inanición y por la actuación de los furtivos.
Dado que el próximo 7 de marzo la Consejera Blanca Azucena Martínez Gómez
volverá a sentarse en su "Mesa contra el Maltrato Animal", pedimos de
nuevo, esta vez públicamente, reunirnos con ella para concretar dicho protocolo
de actuación, anunciando que en el caso de no obtener respuesta convocaremos
una rueda de prensa conjunta con diferentes organizaciones que se suman a esta
iniciativa.
Con la intención de que los ciudadanos conozcan lo ocurrido, transmitimos con
el texto del escritor y periodista Julio Ortega Fraile, una "mirada"
a través de los lamentables hechos que han tenido lugar en Cantabria los
últimos días.
CANTABRIA: MUERTE POR HAMBRE EN LA NIEVE Y LOS VÍVERES PUDRIÉNDOSE
Mientras los cazadores furtivos hacen su agosto en febrero
“Los animales deben morir por selección natural”. Esa frase,
señoras y señores responsables de la administración de Cantabria, es suya. Que
cada garganta aguantes sus palabras y que cada nombre propio, por acción u
omisión, lo haga con sus muertos. Algunos cargos del Gobierno Cántabro tendrán
que explicar a qué animales se refieren, ¿a todos?, porque les recordamos que
la señora Consejera de Ganadería, el señor Director de montes y caza, quien les
habla y un corzo, somos todos animales. Y aquel que lo refute no debería poder
ejercer la función pública porque estará negando un principio aceptado y
demostrado por la ciencia. Ni descendemos de Adán y Eva, ni un ganadero es
menos animal que su ganado.
Emplean con demasiada ligereza el concepto de Selección Natural.
Este fenómeno de la evolución se refiere a rasgos heredables y cuando el éxito
de un genotipo sobre los demás ayuda a la supervivencia de determinada
población biológica. Nada que ver con la acepción que ustedes le dan, más
parecida a la tristemente conocida como “Solución Final”. Y antes de que se
hagan cruces por la comparación les planteamos una pregunta: degollar a un
animal es matarlo, en eso estamos de acuerdo, ¿no?, pero a dejarlo morir de
hambre teniendo los medios para evitarlo, ¿cómo lo llamarían? Nosotros matarlo,
también. Si Darwin escuchase su aplicación de selección natural lloraría de
vergüenza y de dolor, como muchos ciudadanos.
Y puestos a explicar – es su obligación hacerlo y nuestro derecho
exigirlo -, dígannos qué tiene de natural descerrajarle un tiro a un jabalí, y
eso sí que lo autorizan. Se lo permiten a los cazadores que llevan a cabo una
selección tan “natural” (escúchese entre comillas), que los instrumentos para
practicarla se elaboran en fábricas de rifles, cuchillos y trampas.
Señoras y señores políticos que nos prohíben dar de comer a
animales que, por culpa de los temporales, se están viendo abocados a un hambre
extrema, a desplazamientos fuera de su entorno habitual buscando alimento y a
los crímenes de los furtivos: alimentarse es natural y morir también lo es.
Cada zorro morirá, yo moriré, Doña Blanca Martínez y Don Antonio Lucio morirán,
pero lo artificial, lo antinatural, lo repugnante, lo aberrante, es que lo
hagamos porque nos dejen morir de inanición disponiendo de los medios para
impedirlo, o porque nos llenen las entrañas de plomo, aprovechando que ni
fuerzas nos quedan, para colgar nuestra cabeza de una pared.
Es peligroso para nosotros, nos explican, que nos acerquemos a
animales exhaustos que, como ustedes mismos reconocen, están muriendo a
centenares víctimas de la debilidad. Peligro, señoras y señores, es la caza,
para todas las especies. La nuestra – seguro que no ignoran este dato -, sufre
cada año en España una media de 25 muertos y 2500 heridos en “accidentes”
(escúchese entre comillas también), derivados de la actividad cinegética.
Señora Consejera, su encomiable y publicitada Mesa contra el
maltrato animal está coja. Si en uno de sus extremos se sostienen perros y
gatos, por el otro, el de las patas rotas, se caen venados, jabalíes o rebecos.
¿O es que sólo les desvela el abandono a su suerte de los primeros cuando esa
suerte, por circunstancias excepcionales y terribles, se llama para los últimos
agonía y muerte en condiciones de absoluta indefensión?
La campaña de educación y sensibilización sobre el trato a los
animales que quieren promover para público en general y centros educativos en
especial es tan necesaria como admirable, pero dígannos: cuando los niños de
esos colegios les pregunten por qué un cervatillo se desplomó desfallecido de
hambre sobre la nieve, mientras cientos de kilos de víveres que habrían evitado
su muerte y la de muchísimos más, no pudieron ser repartidos porque ustedes se
negaron, y para impedirlo utilizaron a guardias forestales maestros en el arte
de la ofensa y la intimidación, ¿qué les responderá? ¿Qué va a decirles a
esos críos cuando pregunten por qué los voluntarios para salvarlos no y por qué
los furtivos sí? Ya, ya sabemos que no los aprueban, pero ustedes no ignoran
que prohibiendo el paso a los primeros están proveyendo de animales moribundos
a los segundos, ¿quieren ver las fotos hechas estos días? Van a impartir en los
centros educativos lecciones de sensibilidad?, ¿seguro?, o tendrán que bajar su
mirada ante la de esos niños. Y pedir perdón. Y rectificar porque su negativa
tiene un precio muy alto, el más alto: sufrimiento y vidas.
Acusa el Señor Lucio a los voluntarios de estresar a los animales.
Habría razones para reír de no existir motivos tan dramáticos para
llorar, por eso, ni una sonrisa. ¿Quieren saber lo que realmente estresa a un
animal?: morir de hambre, morir de frío por la falta de fuerzas, tal vez junto
al cadáver de su madre. O no llegar a hacerlo por ninguna de esas causas porque
un poco antes venga un cazador a decapitarlo o a cortarle los cuernos. Eso,
señoras y señores, estresa mucho más que el que te dejen comida al alcance
cuando tú sólo no la puedes encontrar porque la tapan metros de nieve.
Cuentan que con la iniciativa de esta Mesa Cantabria se convierte
en un ejemplo de modernidad. No se engañen, no quieran engañarnos, lo será
cuando como en los países verdaderamente modernos en materia de protección
animal, no se haga una interpretación sesgada de esa necesidad, y existan
protocolos de intervención en casos de maltrato o de abandono, pero también de
asistencia o rescate, según las circunstancias, en las situaciones de extrema
urgencia, como son los desastres naturales, para más animales que perros o
gatos, también para esos animales gracias a los que se lucran porque su
presencia genera turismo, también para esos animales por cuya muerte cobran a
través de los ingresos económicos que les genera la caza, así que al menos
tengan la decencia de permitir que les ayudemos cuando más lo necesitan. Dejen
ya de hacerle el caldo gordo a los cazadores en un país que en quince años ha
perdido cerca de la mitad de sus licencias de caza, y ha dado pasos agigantados
en ética y conciencia ante su maltrato. Dejen de atender solamente las
reivindicaciones de unos ganaderos obsesionados con aumentar las cuotas
de muerte de animales salvajes cuando todos conocemos las verdaderas razones
que subyacen en sus peticiones. Sean modernos y sean éticos de verdad, por
favor, no de boquilla.
¿Saben esas iniciativas que vemos de vez en cuando en las que, por
parte de alguna organización, se entrega comida gratuita entre los vecinos de
barrios deprimidos pero, atención: “sólo para españoles”? También esos
colectivos son solidarios, también su acción nace de su sensibilización, y
suponemos que para ustedes, esa selección entre quiénes tienen derecho a
alimentarse y quiénes no, es natural. Reflexionen. Lo necesitan.
Nuestras patrullas de reparto de alimentos, en todo momento
comunicadas, controladas y con la presencia de expertos en montaña, no son
excursiones ni una charada ante los medios. Mascarada fue, viendo su actuación
posterior, la suya, la de la administración dejando que repartiésemos alimentos
sólo un día, cuando había cámaras y micrófonos, e impidiéndolo los siguientes,
cuando ya no estaban los periodistas pero seguían muriendo animales de hambre.
A estas alturas, con la nieve ya derretida, es tarde para los
animales a los que pudimos salvar pero ustedes no nos lo permitieron. Que las
fotografías de sus cadáveres, las de sus cabezas cortadas y colgadas de las
ramas de los árboles - ¿también eso les parece natural? -, les hagan no volver
a cometer tan desgraciada negligencia, que nunca tengamos que escuchar de nuevo
palabras como las de señor Antonio Lucio, ni recibir insultos y amenazas por
parte de agentes forestales que más parecían sicarios que agentes y más
furtivos que forestales. Exigimos medidas para que en el futuro no se vuelva a
repetir algo así, y aunque el pasado ya no podamos remediarlo no estamos
dispuestos a olvidarlo, por eso exigimos también que se asuman
responsabilidades por lo ocurrido. Los animales que han muerto lo merecen. Y
nosotros, por el trato recibido, también.
3 comentarios:
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