MALTRATO ANIMAL: UN CRIMEN LEGAL



ESTA PÁGINA CONTIENE IMÁGENES MUY DURAS Y TEXTO QUE POR SU CRUDEZA, PUEDE RESULTAR DESAGRADABLE Y HERIR LA SENSIBILIDAD. TANTO LAS FOTOGRAFÍAS COMO LO QUE SE HA ESCRITO NO HACE MÁS QUE MOSTRAR UNA REALIDAD BRUTAL, PERO SI CONSIDERA QUE PUEDE VERSE AFECTADO AL CONTEMPLAR LO QUE AQUÍ SE EXPONE, NO SIGA ADELANTE.

Quien asume la tortura y el asesinato de otros seres como algo ajeno, es tan responsable como el torturador y el asesino.

"Los hombres son nazis para los animales y su vida es un eterno Treblinka". (Isaac Bashevis Singer- Premio Nóbel).

Después de que todo se haya dicho y hecho, quedará mucho más por hacer que por decir. (Jane Goodall)

Ante la injusticia la cobardía se viste de silencio. (Julio Ortega)



domingo, 22 de marzo de 2009

Susi, una elefanta enferma convertida en atracción de zoológico

Susi nació en África y es esclava. Susi tiene treinta y seis años y se encuentra enferma pero a pesar de ello se le continúa negando la libertad de la que un día se le privó. Susi tenía una compañera de juegos y de miserias, también retenida a la fuerza, pero su amiga, el único ser que procuraba un tenue alivio a su tristeza murió hace poco más de un año y con su ausencia, perdió el consuelo que mitigaba en cierta medida el dolor por su cautiverio. Hay personas que están luchando sin descanso por lograr que Susi sea liberada de su encierro y que de ese modo pueda vivir los años que le queden, probablemente no demasiados debido a su estado, alejada de la soledad que ahora le atenaza y compartiendo sus horas con seres como ella, cuya naturaleza y carácter convierten en condición necesaria e indispensable para que disfruten de una vida digna el estar rodeados de sus congéneres. Susi no sabe ni desea vivir sola y por eso se está muriendo poco a poco, porque ha perdido las ganas de seguir adelante, no quiere luchar más contra una rutina cargada de melancolía, de recuerdos cada vez más lejanos y de la certeza de un presente opresivo y detestable. Susi es una elefanta que permanece retenida en el Zoológico de Barcelona y a la que sus propietarios se niegan a libertar.

Esta víctima de una de las formas de esclavitud permitidas y subvencionadas hoy en día, mantenida en nombre de no sé sabe qué oscuro interés pedagógico nació en África en 1973. Allí tuvo la desgracia de caer en manos de los traficantes de animales, individuos dedicados a una tarea con un componente homicida - la muerte de las madres para capturar a sus crías – y con otro igualmente abominable – el secuestro de seres vivos para comerciar con ellos -. Pero no olvidemos que la oferta sólo se produce cuando existe la demanda, así pues la trata de animales sobre todo en las zonas más deprimidas del Planeta y los crímenes que su existencia implica, es posible porque principalmente en el llamado Primer Mundo hay quienes están dispuestos a pagar por adquirir ejemplares de diferentes especies. Poco importa que su obtención deje tras de sí un rastro de sangre, nada cuenta el hecho de que arrancar a un animal de su hábitat suponga condenarlo a la aflicción, a la angustia y a un tormento para el resto de su vida, acáso tampoco sea relevante que aproximadamente ocho de cada diez animales apresados para ser exhibidos en un zoológico no lleguen vivos a su destino, de hecho sobre un 50% mueren incluso antes de ser vendidos o de comenzar el siniestro viaje; entre las causas: las circunstancias de la captura, el hacinamiento, afecciones en su sistema inmunológico, proliferación de agentes patógenos debido al cambio de ambiente, peleas, episodios de automutilación, variación en las condiciones climáticas, traslados inadecuados, falta de tratamiento ante heridas o afecciones de cualquier índole, etc. Para los seres humanos involucrados en este cruento negocio, resulta mucho más barato capturar nuevos ejemplares que procurar cuidados y atenciones adecuadas a los que permanecen en su poder. Ni a los "proveedores" ni a los "clientes finales" les importa lo más mínimo el bienestar o el posible sufrimiento del animal, tampoco su muerte, es sólo una cuestión de rentabilidad y en este caso, mientras exista materia prima los "desperfectos" acaecidos durante el proceso se subsanan reponiendo género.

Susi ya no puede más y pararse a observarla es ser testigo de su padecimiento. Acáso algunos no sean capaces de ver más allá de un inmenso mamífero con una gran prolongación nasal y dotado de unos impresionantes incisivos, pero detrás de ese magnífico ejemplar de elefante africano hay un ser doliente y sometido a un suplicio perpetuo. Susi no muestra un comportamiento natural ni sus reacciones son las lógicas en una criatura de su especie, es que ni tan siquiera la supuesta labor pedagógica de su cautiverio es tal, porque aquellos que la contemplen estarán viendo actitudes aberrantes provocadas por su reclusión y aislamiento. Susi tiene pautas estereotipadas, esto es, repetitivas y compulsivas, propias de animales sumidos en un estado de ansiedad, hastío y melancolía. Balancea la cabeza y la trompa, apoya sus patas delanteras en el suelo alternándolas, pide comida de forma continua a los visitantes y ella, un animal vegetariano, ingiere así patatas fritas, embutidos, bolsas de plástico y objetos de todo tipo, lo que le causa continuos trastornos gastrointestinales. Susi incluso se come sus propias heces y este hecho, la coprofagia, es un síntoma visible en animales presos del tedio y de la tristeza. Susi roza el límite de su resistencia y está enferma física y psíquicamente pero para los responsables de su cautiverio ese no parece ser un asunto que importe demasiado. ¿Dónde está la función didáctica de los zoológicos?, ¿tal vez en mostrarnos a animales arrancados de su entorno y confinados a la fuerza?, ¿es realmente educativo observar la conducta de una criatura fuera de las condiciones ambientales para las que está preparada y privada del contacto de seres como ella?, ¿puede ser, en definitiva, motivo de alegría o diversión para alguien situarse enfrente de un animal cuyo mundo se encuentra hasta tal punto desvirtuado con respecto al que le correspondería, que ni sus reacciones o sus costumbres son naturales?. No, los zoológicos no son centros educativos ni de conservación, sino negocios muy lucrativos en los que en vez de ruido de motores o sonido de maquinaria, escuchamos el barritar, ladrar, mugir, relinchar, rugir o bramar de seres vivos convertidos en medios de producción, y al igual que los primeros se deterioran y estropean, estas criaturas también sufren el menoscabo propio de su uso e igualmente, si no es posible repararlas o no merece la pena hacerlo, se sustituyen por otras de similares características, que para eso existen lugares en los que su fabricación y distribución se lleva a cabo de forma permanente. Un estudio de la Universidad de Oxford indicaba que los animales encerrados en zoológicos se morían antes que aquellos que vivían en libertad y cómo no va a ser así, el mismo ejemplo trasladado al hombre deviene en resultados similares y es que la libertad, el desarrollarse en un entorno para el que nuestro organismo esté preparado y el contacto con individuos de nuestra misma especie, son aspectos tan necesarios para los animales racionales e irracionales como el alimento. Susi tiene garantizado este último en forma de todo aquello que sus visitantes quieran lanzarle, del resto nada queda en su vida y por eso ésta se va apagando poco a poco, entre movimientos repetitivos sin finalidad alguna, porque no son más que la manifestación visible de las patologías que la reclusión ha causado en esta elefanta, convertida en una atracción de feria y condenada a morir de tristeza y por las consecuencias físicas de la alteración en sus hábitos alimenticios provocada por su conducta antinatural.

Existe una Asociación Animalista en Barcelona que ha abanderado la lucha por lograr rescatar a Susi de la cárcel en la que permanece retenida y el nombre de este Grupo, LIBERA, está posiblemente más justificado que nunca en la causa que les ocupa, pues su principal objetivo en esta ocasión es liberarla de su confinamiento y trasladarla a unas instalaciones en las que pueda permanecer el resto de sus días en un estado de semilibertad. Susi nunca podrá volver a ser una elefanta normal ni le será posible recuperar todo aquello que la naturaleza le otorgó y que el hombre le robó, pero al menos tendrá la oportunidad de sentir durante el tiempo que las secuelas indelebles de su cuerpo y de su mente se lo permitan la compañía de otros elefantes, estará a su alcance moverse por un espacio adecuado y suficiente para un animal de su envergadura y necesidades y por supuesto, nunca volverá a ser la "elefanta loca" que se traga todo aquello que niños y padres le lanzan, riéndose y disfrutando ante la visión de una criatura enorme que lo mismo ingiere golosinas que envases.


La Campaña iniciada por esta Asociación incide tanto en Grupos Políticos para que intervengan en el asunto, como en los medios de comunicación con el objeto de que divulgue semejante injusticia y crueldad, pasando por actos en colegios para explicar cuál es la realidad de los zoológicos y lo lejos que ésta queda de la pretendida función cultural y conservacionista que pretenden ejercer, así como por el trabajo en la calle, para despertar el compromiso de los ciudadanos y lograr su colaboración negándose a ser partícipes del sufrimiento de Susi y de otros muchos seres dejando para ello de acudir al zoológico en el que permanecen retenidos a la fuerza, en esa prisión cuya población de reclusos se renueva de forma constante y que tiene una única razón de ser, la recogida de beneficios económicos. Pero los responsables del Centro en el que Susi padece desde 2002, año en el que fue trasladada allí desde el Safari Park Vergel de Alicante, se niegan a ponerla en libertad y afirman que se encuentra en perfectas condiciones, demostrando con ello hasta qué punto la mentira, la impiedad y el egoísmo pueden ser valores que prevalezcan en el hombre cuando hay dinero de por medio. Tal vez sea que todo este asunto de Susi en el fondo les esté reportando ingresos extras, pues conocida es la faceta morbosa de muchas personas y basta que exista constancia de que la elefanta es objeto de polémica, para que su número de visitantes aumente y con él lo hagan los dígitos de la cuenta corriente de los propietarios del zoológico.

A día de hoy en numerosas ciudades ya se ha prohibido que se exhiban elefantes en los zoos y se han creado santuarios para que a los animales procedentes de estos lugares, así como a los rescatados de circos o de espectáculos de otro tipo, se les devuelva la dignidad arrebatada y con ello se les resarza en cierta medida por todo el dolor y miseria a los que se han visto abocados como consecuencia de la acción del hombre. Pero de momento no parece que Susi, la elefanta que balancea su cabeza y su trompa una y otra vez, la elefanta que golpea primero con una pata en el suelo y después con la otra, la elefanta que come patatas fritas y la bolsa que las contiene, vaya a tener esa suerte que aunque llegaría tarde, muy tarde, aliviaría al menos el final de su existencia. Susi sigue encerrada en el Zoológico de Barcelona porque sus dueños no quieren que sea libre y si mañana, Vd. que está leyendo estas líneas, es una de las personas que acuden a ese lugar con sus niños para mostrarles "naturaleza viva y cautiva", deténgase por favor cuando llegue junto a la elefanta, obsérvela y por un instante, si es capaz, imagine que quien está allí encerrado es uno de sus niños, piense que alguien se lo arrebató cuando era sólo un bebé y que en ese lugar ha crecido lejos de sus padres, de sus hermanos, de sus amigos y de cualquier muestra de cariño por parte de sus semejantes; no vea a un elefante, sino a un ser vivo repitiendo sus movimientos una vez tras otra, comiendo cualquier cosa y esperando la muerte física, porque la anímica hace tiempo que le llegó por más que su corazón lata todavía. Y pregúntese si merece la pena o si es justo que para poder ver a un animal salvaje a pocos metros le sometamos a tan larga y penosa tortura. No crea que la situación que le propongo que conciba es tan descabellada, en la primera mitad del siglo XIX se empezaron a ver en Europa los zoos humanos y en nuestro País, a finales de esa centuria, se exhibía en el Parque del Retiro de Madrid a integrantes de la Tribu de los Ashantis de procedencia africana, como Susi; por esas fechas también se podía ver previo pago de la entrada a nativos filipinos o a Inuits, originarios de las zonas árticas; por cierto que de los cincuenta que de estos últimos fueron expuestos para deleite de los espectadores tan solo nueve sobrevivieron, el resto murieron víctimas de infecciones y de enfermedades desconocidas en su entorno y para las que su organismo no estaba preparado. De esto que le cuento han pasado poco más de cien años y en aquel momento, mostrar a seres humanos de latitudes lejanas como hoy hacemos con los animales era algo cotidiano y aceptado; un conocido periodista de la época llegó a escribir en la Revista Blanco y Negro al respecto: "no muerden, se les puede pasar la mano por encima y no hacen nada". ¿Cuánto tiempo más tendrá que transcurrir para que sintamos repugnancia por nuestras acciones, al igual que hoy nos parece inmundo lo que nuestros antepasados consideraban conveniente?. Los zoológicos no enseñan zoología a los niños, sino que sirven para imbuir en ellos el convencimiento de que los animales han nacido para ser esclavos de todos los caprichos del hombre aunque tal condición les provoque un inmenso sufrimiento. Póngale documentales a sus hijos, cómprele libros en los que se explique el comportamiento y características de los animales y hágales comprender que no es necesario convertirlos en prisioneros para aprender sobre ellos. De ese modo habrá logrado dos objetivos: ampliar sus conocimientos en materia de zoología y enseñarles que la libertad es un don que nadie debe ni puede arrebatar a otra criatura. Y por favor, si le duele e indigna el calvario por el que Susi está pasando exprese ya de forma inequívoca y contundente su repulsa por el crimen que con ella se está cometiendo, el futuro de esta elefanta triste y enferma a la que la ambición humana le sigue negando el descanso y bienestar que apenas tuvo tiempo de conocer en su ya larga vida, depende de que las voces de aquellos a los que les angustia su retención en tan lamentables condiciones sean un grito que traspase el egoísmo de sus propietarios y la indiferencia de la administración. Pero hágalo ya porque a Susi el tiempo se le acaba, rodeada de felicidad y bienestar según los responsables del zoológico. ¿Será por esa pretendida dicha que se sigue comiendo sus heces?.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Zorionak Julio por éste impresionante blog. La labor de difusión y conciención que haces con tus artículos, y que trascienden ampliamente tu magnífico blog, es sin duda alguna imprescindible.

Colectivo Antitaurino y Animalista de Bizkaia.

Ricardo Muñoz José dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ricardo Muñoz José dijo...

Susi, la elefante que alegró la oblicua mirada de sus dueños, agoniza sin hallar remedio para su mal. Está sola. Su única amiga se marchó de la mano de la muerte, y ella espera que el mismo guadañazo la embarque rumbo al adiós.

¿Y por qué Susi vive días tan trágicos? Por culpa de un error que perdura en el tiempo; ¡el derecho a la propiedad sobre los animales! En nombre de ese cacareado derecho, el planeta está tachonado de cárceles de lento exterminio llamadas zoológicos.

¿Y para qué sirven los zoos? Dicen que para mostrar a los niños la vida animal, y así completar su identificación con ese mundo ajeno a las criaturas humanas, especialmente a las ciudadanas.

Pero, lo que no se dice (y Julio nos lo explica con total claridad), es que detrás de tan “loable” cometido se esconden intereses asentados en oscuros principios; cazador, guías, impuestos cobrados por los países “exportadores”, transporte “adecuado”, intermediarios y dueños de zoológicos (por citar algunos eslabones de la cadena), y que redundará en el éxito de taquilla que el público abonará dócilmente, además de lo que consuma adentro de las instalaciones (allí no se puede entrar ni un bocadillo). Es decir; ¡el negocio!

¿Y es necesaria la existencia de tales centros? Pues no. Hoy en día, aparte de las enciclopedias y el cine, la televisión nos pone la vida salvaje al completo en el salón de nuestra casa.

La solución para estos animales que resuman “bienestar y felicidad” en semejantes sitios, debería ser la misma que se ha tomado en Alemania

16.03.2009
"El viernes Vier Pfoten (4 patas) transportaron 7 leones de zoos de Austria y de Rumania a su nuevo hogar en LIONS ROCK, Sudáfrica. Después de muchos años en cautividad estos animales por primera vez van a llevar una vida tal como corresponde a su naturaleza" - http://linde5-otroenfoquenoticias.blogspot.com/2009/02/la-cordura-indico-el-camino-correcto.html

Mientras tanto, Susi se va apagando lentamente, con los ojos clavados en un horizonte inamovible, y con la certeza de que sólo la muerte la salvará.

Julio, gracias por tan ilustrado y conmovedor artículo.
Ricardo – Linde5

Elisa Castillo dijo...

Es triste ver como personas tienen el corazon para hacer eso.....