Rematar la caza a cuchillo, un acto de amor

En determinadas ocasiones he querido mostrar las verdaderas razones que impulsan a los cazadores a practicar ese deporte que en vez de goles o tiempos se nutre de cadáveres, extrayendo para ello algunos textos en los que los devotos de San Huberto hablaban entre sí del trato a sus perros, de la caza de especies no permitidas o dando ideas acerca de cómo matar gatos, siempre por supuesto rozando la aberración y a veces incluso traspasando la legalidad, y es que entre los adictos a matar con escopeta, cuchillo, arco, perro, lazo o cepo ocurre algo muy curioso y que no es tan fácil de observar entre los aficionados por ejemplo a la tauromaquia o a los espectáculos con animales tipo Toros Embolados, personas igualmente capaces de maltratar y acabar con la vida de estos seres por diversión pero que generalmente son mucho más cautos a la hora de hablar sobre las pasiones, deseos e instintos reales que subyacen bajo los argumentos falseados que utilizan para camuflar la auténtica naturaleza de sus acciones ante la Sociedad.

A los cazadores les puede su engreimiento y la necesidad de derrochar testosterona - especialmente en los foros y en la barra del bar - aunque eso vaya en detrimento de su sensibilidad, valor que sin duda permanece prácticamente anulado en quien no se inmuta ante una criatura sufriendo y agonizando sobre todo teniendo en cuenta que es el causante de tal padecimiento. Así que si por una parte su "cariño a los animales" resuena en sus bocas casi con tanta asiduidad como las detonaciones en sus rifles, luego nos encontramos con pasajes escritos por ellos como estos que aquí voy a transcribir, esta vez hablando sobre un asunto tan edificante y enriquecedor como es "el remate a cuchillo", algo así como un verso sublime que pusiera colofón a ese poema de amor a la naturaleza que según ellos, componen cada vez que se internan en el monte... armados.

Los textos están tal cual me los he encontrado escritos en el citado debate, sin que les haya realizado corrección alguna. Únicamente y por falta de espacio he acortado algunas de las frases dejando lo más representativo para ilustrar sus inclinaciones y el porqué de su comportamiento. Empiezo pues con uno que relata cómo se fue cuchillo en mano hacia un jabalí y fíjense como recuerda las "anecdotillas" de la jornada: que sus compañeros se burlaron de él, que dos perros murieron...

"yo iva a entrar una vez, a un berraco que en teoría estaba muerto, sólo a sangrarlo y si acaso a aprender a caparlo (a ver si abris un tema indicando en lo posible como se capa un bicho de estos), no estaban perros con el, pero cuando me acerqué al bicho..., resucitó... luego lo agarraron los perros al fondo del barranco matando si no recuerdo mal a dos de ellos e hiriendo a alguno más, también recuerdo la befa, mofa y escarnio a mi persona y no se que cuestión referente a mis calzoncillos...".

Este considera tan hermoso y trascendental el matar a cuchilladas a un animal, que se siente desconsolado al saber que pocos han podido disfrutar de tan soberbia experiencia:

"Eso de agarrar a un guarro de los pelos y sentir esa fuerza en tus manos y tener que terminar con su vida es una cosa que por desgracia la ha vivido poca gente...".

Y el siguiente es uno de los pocos afortunados a los que se refería el anterior:

"Yo he cazado muchos años con una rehala y he tenido la suerte de rematar muchos animales, la verdad es que la experiencia mas emocionante de la caza que he vivido, Para mi la aproximación a un animal agarrado, buscar la posición ideal para poder entrarle por detras, buscarle el hueco del sobaco para poder meterle el cuchillo, ver a los perros pelear y jugandose la vida, la verdad es que es una MARAVILLA".

Ahora llega el especialista en tan macabra tarea, menos mal que admite que la "ética" no se utiliza en esos momentos... en su caso ni en esos ni en otros:

"Hay que clavarle en zona que le hagas daño ,el fin primero y primordial es el que pierda fuerza lo mas pronto posible y los perros puedan hacerse con el ,luego si se le remata es en esa zona .Por regla general hay zonas que se pincha antes ,como en la zona de los costillares ,tener en cuenta que el animal debe de estar de pie y no necesita agacharse tanto ,otra zona es en la columna ,montandote en el .Y en la que generalmente se pincha es endonde se puede ,pues cada agarre es diferente y la etica y la estetica no se utiliza en esos momento..."

Este no tiene la menor duda en el método idóneo: "clavar y arrasar", una táctica que deja patente el amor y respeto que sienten por los animales y que tanto pregonan:

"Yo si las circunstancias lo permiten suelo hacer otra cosa ( en ocasines me llamaron barbaro) suelo pinchar en el codillo y una vez que tengo el acero dentro tiro hacia abajo y le hago un corte bastante grande y a su vez al tener el cuchillo dentro, este va rompiendo todo lo que encuentra a su paso, como pulmones y corazon, esa es mi forma. Es efectiva lo puedo asegurar".

Y aquí tenemos un hermoso lance – como a ellos les gusta llamarle – en el que se entremezclan disparos al oído, pulmones, sangre con espuma, pedradas y hasta hipoxia:

"Le ví venir... y apúnte con el visor al orificio de la oreja derecha, al tiro, el verraco, cambio de dirección radicalmente, viniendo directamente hacia mí... esperé a que pasara un estrecho camino, lo cual hizo a unos 8 m. aprovechando para centrar la cruz en el pulmón, ya que venía jadeando en exceso. Al impacto, ni se inmutó, y yo seguí de oido el recorrido que fue recto y al poco dejé de oir ruido, lo cual me dió muchas esperanzas... observé rastros de sangre con comida, y sangre con espuma, metros más adelante tropecé con algo que pensé sería un tronco o una piedra, pero el olor que desprendía me dijo que era el jabalí, por lo cual tras aclarar la maleza, le toqué el ojo con el cañón del rifle, y dicho y hecho, el verraco dió un respingo, que como resultado yo por los aires con mi cabeza contra un tronco de un pino y el bicho encima mio, que a la primera me abrió limpiamente la ropa por la cremallera del polar, a la vez que vomitaba sangre, y derrotaba buscando cuerpo; lo primero que se me ocurrió fue, agarrarme a su enorme cuello y buscar el cuchillo, pero no lo encontraba, y como pude cogí una piedra y le golpeé en la jeta, momento en el cual me dejó tras un gruñido... a fin de intentar cobrarlo, y felizmente hacerlo junto a mi puesto, ya que el pobre animal, había descrito circulo, pues la falta de oxígeno le hacia descoordinar".

Otro que sufre por los que no han apuñalado a un animal, éste suma un nuevo elemento necesario para el proceso además de un cuchillo: tenerlos como el caballo de Espartero:

"Como bien dices ojala todos los que deambulan por la caza mayor hubieran tenido oportunidad de haberse manchado las manos de sangre en un remate, para de esta forma poder apreciar lo que significa dar muerte a un animal con un cuchillo y un par..... ".

Para este el "gustillo" de acuchillar y rematar es un recuerdo imborrable:

"Estoy totalmente de acuerdo con vosotros ,hasta que no has rematado un vicho a cuchillo y mas si es un machejo ,no aprecia lo que es la caza mayor,es como comentais otro mundo ,no tiene explicacion lo que siente y el gustillo que te queda de repetir el lance .Es una cosa que nunca se olvidara y siempre lo tienes grabado en tu mente...".

Y para finalizar con esta bonita colección de los elevados valores que impregnan el espíritu de los cazadores, dejo un extracto que posee una gran fuerza de evocación pues ante la duda de uno, la respuesta de otro nos traslada con nitidez la imagen de cómo tuvo lugar el suceso, podemos incluso imaginarnos la mano entrando en el cuerpo del animal detrás del acero y de la empuñadura:

"pues matar un warro a navaja... le pincharon el cuello o k?.

Pues no ZETA lo pincharon en su sitio, lo que paso fue que metieron en repetidas ocasiones la navaja hasta el fondo, osease mango y todo...".


Qué, ¿cómo se quedan después de leer estas pruebas de amor?. Cada vez que se pone en duda la necesidad de su afición, cuando se habla de las personas que cada año mueren o quedan heridas por culpa de la caza, al tocar el tema del furtivismo o de la extrema crueldad de esta práctica y el sufrimiento atroz que supone para los animales, a los cazadores y a sus representantes inmediatamente se les llena la boca con términos como: control de población, regulación, conservación, respeto y admiración por los animales o repulsa ante su padecimiento y cómo no, decir sin que les caigan los cartuchos de vergüenza que "cazar no es matar". Pero les puede esa soberbia que les embarga y su culto a la violencia sobre seres indefensos, por eso se delatan una vez tras otra y sus palabras son el reflejo del verdadero motivo de su conducta: les produce placer matar animales. Nadie, absolutamente nadie que no disfrutase con semejante brutalidad podría escribir frases como las anteriores. Acabo con algo que he leído en la Página de la Real Federación Española de Caza, que cada cual saque sus conclusiones, que yo me retiro a vomitar.

"El verdadero cazador, ama mucho más a los seres vivos y salvajes que la masa media y tierna de sus detractores... La caza está más cerca del amor que de la violencia".