José Tomás o el cinismo

José Tomás: yo no me trago la parodia que representas; por los resquicios de esa tramoya mediática resbala demasiada sangre, sangre que mana de las heridas que tú abres. Ni puedo ni quiero tener respeto para con las actitudes de quien no muestra idéntico valor hacia la vida de otros seres. Me pareces un hipócrita, un ladino diestro en el arte de fingir para vender una imagen de justo, sensible y altruista que, después, la certeza incontestable de tantas vidas como has cercenado se encarga de desmentir.

Hace pocos días entregaste en Granada unos premios de redacción escolar sobre la defensa de la igualdad de género. ¿En qué arena perdiste el interés por la de especies matador? Te atreves a “soñar con el día en el que no haya violencia de género” Y eso lo haces precisamente tú, el mismo que cada tarde que salta al ruedo tortura y mata a varios toros por dinero; unos animales que no se desangran ni agonizan porque les hayas besado y acariciado, ni tan siquiera – que sería lo decente – porque les hayas dejado en paz. Esos toros mueren víctima de un acero empuñado por las mismas manos que después tienen la desfachatez de otorgar unos galardones a unos niños. Las tuyas.

Afirmas que “Un pueblo que quiera progresar debe hacer de la igualdad de género su causa más noble” Es cierto, pero no olvides que la sociedad jamás podrá instalarse en ese avance del que vas de adalid mientras existan individuos que como tú, traten de dignificar la brutalidad con animales. Tú eres uno de los máximos exponentes de esa violencia de la que aparentas renegar José Tomás, por lo tanto, constituyes un escollo para el progreso y a tus pies, “torero solidario”, se acumulan los cadáveres de miles de criaturas cuyo sufrimiento tú y los tuyos calificáis de bien de interés cultural. Explicas que “los derechos no han de depender de si nacemos hombre o mujer” ¿Y del derecho a la vida de los animales no humanos? De ese, no hablas, ¿verdad? Sólo lo desprecias.

¿Sabes una cosa? La Historia está plagada de sujetos que al igual que tú, se dedicaron a vender veneno encerrado en frascos de miel. Para buena parte de ellos y gracias a esa evolución que no te conviene, hoy sólo queda la repulsa así como un sentimiento de profunda vergüenza por saber que el ser humano amparó una vez sus conductas. José Tomás, mañana no serás recordado como un luchador por la justicia y la igualdad, sino como lo que realmente eres: un hombre que se gana la vida martirizando hasta la muerte a toros que nada le han hecho. El resto, “maestro”, es una faena de calculado cinismo.