Por cierto, que cuando el Regidor se asomó al balcón para dar explicaciones del asunto, le cayó por parte del “respetable” una lluvia de tomates, de huevos y hasta de botellas. Y bien pensado, ¿por qué no?, ¿no son en definitiva los mismos a los que no les turba lo más mínimo que un toro reciba un garrotazo, se le clave una banderilla, sea atravesado por la espada o rematado las veces que haga falta con un cuchillo?. Mientras el dolor lo padezca otro, sea animal humano o irracional, no hay cuidado, les sirve de entretenimiento o de desahogo, según el momento y el lugar.
No se quedó la cosa en un simple ejercicio de pim, pam, pum, sino que el hombre tuvo que escuchar de los congregados lindezas como: “Alcalde muérete”. Tampoco asombra, ¿verdad?, pues es a eso a lo que van a la plaza, a ver como el novillo muere y ellos se lo pasan bien así, ¿qué más da cómo se sienta el animal?. Quien lleva dentro ese placer por la sangre ajena, no siempre es capaz de distinguir la especie de aquel que la derrama y aún haciéndolo, ese gusto por la violencia a menudo se sobrepone a la reflexión de sus actos, por eso los exaltados taurinos se dijeron: “a falta de toros a los que ver agonizar, bienvenido sea un político local”. Tenga cuidado Sr. Alcalde, que a poco que se descuide anuncian en carteles públicos su ejecución popular a las cinco en punto de la tarde.
No se extrañe de esto último que le digo, he oído a un vecino de Pinto - rodeado de capotes, de banderillas y hasta de cabezas de toro a modo de adorno en la estancia - decir que no había derecho, pues ya se celebraban los festejos taurinos hace trescientos años. Y yo le recuerdo que allá por el Siglo XVIII, al que se remonta este buen hombre para justificar semejante tradición, también los condenados a muerte eran finalizados a la vista del Pueblo. Puestos a identificar antigüedad con idoneidad, cualquier ejemplo tiene validez o si no, nos dejamos definitivamente de despropósitos y desterramos la idea que algunos defienden de que la continuidad de determinado hecho, por venir llevándose a cabo desde hace centurias, está moralmente amparada y es beneficiosa para la Sociedad. Parece que a unos cuantos el concepto evolución, les es tan ajeno como los de empatía o compasión.
Lástima que el Alcalde de Pinto haya declarado que el próximo año, si el presupuesto lo permite, volverán las celebraciones taurinas. Hubiera sido éste un buen momento para demostrar que se puede vivir, y bastante mejor, sin ser abanderados de la crueldad y para ello, nada mejor que ofrecer a los ciudadanos alternativas de ocio, de cultura y también dotación de servicios que les satisfagan, y que lo hagan sin que nadie tenga que resultar dañado o muerto. Al Pueblo, al igual que se le puede embrutecer, se le puede educar, y creo que a estas alturas de la Historia la segunda opción es la más adecuada y la única digna. Si no sabe cómo hacerlo, le puede pedir consejo al Regidor de Casarrubuelos, Localidad no muy lejana a Pinto y en la que hace ya bastantes años, el Alcalde dijo que allí no habría más encierros ni corridas, enfrentándose por ello a las numerosas peñas taurinas existentes y a una afición bastante extendida. Hoy en día, y ha pasado mucho tiempo, sigue saliendo elegido. Por algo será. Claro, que para dar un paso así son necesarias la valentía, la sensibilidad y la honradez moral.
Sucesos como los ocurridos en Pinto, dejan una vez más constancia del espíritu agresivo que en la mayoría de los casos, acompaña a aquellos que son partidarios acérrimos de la tauromaquia. Apenas hay en ellos lugar para el debate porque carecen de argumentos, así que en la plaza (la de toros o la del Ayuntamiento) son incapaces de disimular y esa visceralidad violenta que los caracteriza, se convierte en seña de identidad en sus actuaciones cuando por cualquier motivo, se les niega sangre y dolor subvencionados. Es curioso y hasta dramáticamente gracioso, que luego ellos acusen muy ofendidos a los que están en contra del maltrato a los animales de "insultarles", mientras le desean la muerte a un Alcalde e intentan facilitarle el trámite de un botellazo.
3 comentarios:
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