Respuesta al Sr. Quim Sarriá de uno de los animalistas que él desprecia

En estos últimos días en los que no sólo el mundo animalista de este País sino también una parte de la Sociedad habitualmente ajena a esa lucha han pasado de la movilización al estupor, de ahí a la indignación y por último a una unión con pocos precedentes para denunciar el comportamiento criminal de un Alcalde y de un Veterinario en el Pueblo de Aguilar de la Frontera, en Córdoba, un individuo llamado Quim Sarriá, colaborador habitual de "El Faro de Ceuta", se ha dedicado a despreciar y a insultar a particulares y a colectivos comprometidos en la defensa de los derechos de los animales. Mientras la rabia y el dolor de un buen número de ciudadanos se traducía en su firme decisión de condenar y también de denunciar lo ocurrido en la Localidad Cordobesa, este sujeto ha empleado su tiempo y su espacio en un medio de comunicación en vilipendiar y denostar tanto a los animales como a las personas comprometidas en la defensa de sus derechos, destacando en su diatriba una especial inquina hacia los perros. Y que conste que lo que me estremece y asombra no es la cinofobia de este hombre, que no sería necesaria la lucha animalista de no haber antropocéntricos cerriles como el Sr. Sarriá, sino el saber que ha tenido cinco pastores alemanes – "con pedigrí" se preocupa en señalar en uno de sus opúsculos, extremo que no dudo porque no concibo que alguien tan endiosado sea capaz de poseer un animal que no sea de pura raza certificada -. Reconoce que los cinco murieron, miedo me da preguntar cómo.

Lo cierto es que su forma de expresarse, ampulosa, pedante, egocéntrica y con aires de sabelotodo es muy ilustrativa acerca de los valores que deben de determinar el pensamiento de este animal ¿racional? metido a detractor de protectoras, asociaciones contra el maltrato animal y animalistas en general, que en un arranque de generosidad admite que lo único que "tolera" actualmente en su casa son un peces dentro de su acuario ante la insistencia de su hijo. También nos cuenta que en el pasado "toleró" a un gato pero que tuvo que acabar regalándoselo a su cuñado – le agradezco que no lo matase – porque arañó al crío; claro, que por otra parte nos dice que el niño "retorcía el cuerpo del animal hasta dejarlo en posturas inverosímiles", así que lo que me extraña es que el felino además de defenderse con sus uñas no le transmitiese al padre cuál era su impresión acerca de la educación que le estaba dando al chaval en lo que a un trato respetuoso a los animales se refiere.

Haciendo suyo, cómo no, el manido argumento de todos aquellos a los que no les afectan lo más mínimo los casos de crueldad con los animales y que tampoco suelen hacen nada por sus semejantes de especie, dice D. Joaquín que más valdría emplear tiempo y dinero en combatir las guerras y en ayudar a los niños con necesidades. No sé si él usa su columna para apoyar estas causas además de para criticar a los animalistas, pero lo cierto es que su utilización del pobre recurso de hacer creer que la defensa del bienestar de los animales excluye la preocupación o activismo a favor de los seres humanos, lo único que demuestra es la bajeza intelectual y moral de este individuo que más que aportar lo que parece pretender es dogmatizar intoxicando.

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Acusa también de zotes a los que le expresan su rechazo hacia la actitud despreciativa que muestra sobre todo por los perros y en particular por los galgos, a los que califica de "extraflacos y feísimos"; la alusión a la delgadez de estos canes puede responder a una comprensible actitud envidiosa dei Sr. Sarriá, pero su mención a la fealdad de dichos perros no acabo de comprenderla, en todo caso tendría que mostrar una solidaridad cómplice. Dice también que "mira con pena" a los defensores de los animales y comete con ello un tremendo error, porque a su falta de sensibilidad, a su carencia de ética, a su verborrea insultante y a su menosprecio fascistoide frente a la defensa de seres más débiles y desprotegidos, se suma una descomunal miopía cognitiva, ya que a estas alturas debería de darse cuenta de que el movimiento por la defensa de los animales no es un hecho anecdótico ni que carezca de seguidores y de capacidad de reacción y si tiene alguna duda, que se lo pregunte al Alcalde y al Veterinario de Aguilar de la Frontera, dos matarifes que se atrevieron a acabar con la vida de un perro herido y de su compañera sana aún sabiendo que en pocas horas iban a ser recogidos por miembros de una Protectora. Probablemente el Sr. Quim Sarriá admirará a estos dos brutos y les defenderá, pero le garantizo que ambos a día de hoy están maldiciendo el momento en el que decidieron saltarse la ley y la ética profesional para cometer un crimen tan cobarde.

Sr. Sarría, acusa Vd. a los defensores de los animales de "hacer demagogia"; pues su discurso tiene otro nombre: "incitación a la crueldad" y tal vez, antes de tratar de ofenderlos y de aspirar a su escarnio mediático – ambas pretensiones se quedan en un mero intento – debería de preguntarse si su animadversión hacia los seres irracionales y su antipatía por los que tratan de defenderlos, no esconden realmente una intransigencia que muy poco tiene que ver con la tolerancia de la que tanto quiere presumir en sus escritos.