En un conocido foro de aficionados a las corridas de toros uno de los participantes del mismo, también taurófilo, dejaba hace poco la siguiente pregunta: “¿Qué opináis de tradiciones como el Toro de la Vega o el de Medinaceli; no creéis que son crueles y que deberíamos desde el mundo taurino expresar nuestro parecer?”. La respuesta no dejaba lugar a dudas y decía así: “Ese tema mejor ni tocarlo, da lo mismo si son crueles o no, pero no se te ocurra mentar el asunto, porque empiezan por prohibir el Toro de la Vega y al final nos quedamos sin nuestra Fiesta”. Dicho y hecho, la línea de debate murió en ese punto y el asomo de sensibilidad, muy peculiar puesto que venía de boca de un taurino pero sensibilidad en definitiva, desapareció con la pragmática advertencia de su compañero de tendido y de foro.
Creo que cuando menos es para reflexionar. Imaginemos que yo tengo a unos cuantos inmigrantes trabajando en condiciones esclavistas en un taller de costura y en esto, que se me ocurre la posibilidad de denunciar un caso que conozco de unas mujeres extranjeras a las que tienen retenidas día y noche en un club de alterne, pero mi socio, que no es tan “idealista” como yo me detiene diciéndome: “que ni se te pase por la cabeza, esas chicas dan mucha lástima pero ya sabes lo que pasa, empiezan desmantelando el prostíbulo y al final acaban haciendo lo mismo con nuestra nave”. Y yo me quedo quietecito claro; pasado el arranque de solidaridad me doy cuenta de que mejor no “menear” el asunto, porque acaso mi comportamiento no es mucho más digno que el de los proxenetas, tal vez yo no soy mejor que ellos y cerrado el lupanar, vengan a por mi taller y eso es algo que no quiero por encima de cualquier consideración moral o conciencia de injusticia.
Ya, ya lo sé, tener a personas trabajando en esas condiciones infrahumanas no es legal y el Toro Alanceado de Tordesillas, el Toro Júbilo de Medinaceli, el de Coria o los embolados sí lo son, al igual que las corridas. Pero la cuestión aquí no es la legitimidad del hecho sino la actitud falsa, cobarde, individualista e interesada hasta la aberración que muestran los taurinos, capaces de pasar por alto aquello que incluso ellos consideran una crueldad, con tal de no correr el riesgo de verse privados de su sangrienta diversión. Si esa actitud no es egoísmo en grado sumo desde luego que se le parece mucho.
Los del Patronato del Toro de la Vega se justifican cuando ya no les quedan argumentos diciendo que mueren muchísimos más animales en las plazas, que lo suyo es una vez al año únicamente –como si una vida por si sola no tuviese valor – y los taurinos simplemente callan y consienten, en gran número porque desde su óptica de absoluto desprecio al animal y total indiferencia ante su sufrimiento están de acuerdo con esas tradiciones salvajes y el resto, aquellos que las ven demasiados bárbaras, los que piensan que el toro no merece morir bajo las lanzas o quemarse vivo - pero sin embargo se deleitan con la pica, las banderillas y la espada- simplemente no se meten en el asunto para no verse salpicados, no vaya a ser que nuestro gobernantes, en un alarde hoy por hoy impensable de lucidez y cordura, decidan que ya ha llegado el momento de erradicar la brutalidad y la muerte de un ser vivo como supuesta forma de cultura y diversión.
Así que unos y otros siguen con su exaltación de la tortura cada uno esgrimiendo sus patéticas razones, a cual más rebuscada, incongruente y absurda pero todas ellas con un denominador común: pretender convertir cara a la galería el padecimiento de un animal en una actividad imprescindible y de indudable valor social. Cambia el pueblo, el toro, la indumentaria o la plaza, pero el final siempre es uno: un animal agonizante, manando sangre por su heridas y que muere a manos de uno o varios energúmenos, una pandilla cafre y violenta. Y puesto que como todos ellos comparten el deseo de poder seguir maltratando y matando a un ser que consideran inferior y criado para tal carnicería, acaban, cómo no, haciéndose las víctimas y arremetiendo contra los “malos”: los antitaurinos, esos a los que tachan de terroristas o cazasubvenciones, según les dé, nada digno de asombro por otra parte cuando a menudo tienen el “cuajo” de afirmar que ellos por encima de todo aman y respetan al toro.
Uno entra en las páginas de los partidarios del Toro de la Vega, lee los comentarios de Coria, Medinaceli o de las corridas y la verdad, dan la impresión muchas veces de ser asociaciones benéficas, dedicadas a proteger la naturaleza, a cuidar de los más necesitados y a preservar y fomentar la cultura, que están siendo atacadas por una horda de furibundos melenudos, con espantosas camisetas y pancartas amenazantes. Dicen cosas tales como: “nos insultan”, “nos sentimos acosados”, “no respetan nuestras costumbres”… Tiene guasa el asunto. Ellos cogen a un animal tan capaz de sentir como nosotros, le procuran una tortura atroz y al final lo matan de algún modo despiadado y pobrecillos, se sienten presionados y ofendidos por aquellos que piden respeto a la vida y que gritan que la tortura no puede ser legal. ¿Y el toro?, ¿no les preocupa cómo se siente?, o es que a lo mejor como ellos dicen, el animal se encuentra feliz con bolas de fuego sobre su cabeza, recibiendo los lanzazos o cuando la pica le destroza por dentro; salta contento a la plaza y corre dichoso por el campo perseguido por lanceros e incluso por excavadoras como hacen en Galápagos (Guadalajara).
Hay que ser o muy hipócrita y rastrero para soltar tal majadería pretendiendo que la sociedad se la crea o muy cretino para asumirla como real, pero el caso es que los que torturan y matan siguen con su cantinela de que lo suyo es casi una labor social y que los antitaurinos son prácticamente delincuentes. Por eso, los del Patronato del Toro de la Vega -pacíficos donde los haya- se sienten agraviados cuando ven que la Guardia Civil escolta a los activistas contra el maltrato animal que van a manifestarse a Tordesillas ¿De quién los protegen –se preguntan- de ellos?, si son unas almas caritativas incapaces de causar el menor daño, si pasamos por alto claro el infligido al toro y las agresiones sufridas por los que sin ser de su grupo, han intentado tomar imágenes de la muerte del animal. Y teniendo en cuenta que lo que hacen es legal y protegido oficialmente, o sea, que de forma incomprensible pero es verdad que están actuando dentro de la Ley, invita a pensar el hecho de que los mismos que lo permiten y subvencionan, son conscientes de la violencia de sus patrocinados y saben que han de enviar a las fuerzas de seguridad para que los manifestantes no se vean atacados físicamente.
Deberían de preguntarse Ayuntamientos, Juntas y Gobiernos, qué clase de degeneración es la que están consintiendo y alentando al autorizar y financiar estas costumbres y fiestas, cuando saben que su finalidad es torturar a una animal y tienen constancia de la agresividad que muestran sus adeptos o de otro modo, no mandarían a la Guardia Civil para proteger a los antitaurinos. Podemos llamarlo humanidad, compasión, justicia, respeto, progreso, cordura o ética, pero la realidad es que para detener por ley el maltrato a los animales presente en los festejos taurinos existen razones sobradas, sin embargo para seguir consintiéndolo no hay ni una sola que se pueda emplear desde la inteligencia, la sensibilidad y la decencia. Ahora, si el dinero que mueven o el temor a perder votos están por encima de esos principios –al igual que el miedo a que se prohíban las corridas estaba por encima de su rechazo a la crueldad en el del foro taurino- que nos lo reconozcan de una vez, al menos así no tendremos la sensación de que nos toman por imbéciles cuando nos dicen que el toro apenas siente dolor o que son tradiciones necesarias y enriquecedoras.
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4 comentarios:
Hola compañero, sabes que te sigo siempre y te agradezco que pases a visitarme tan amenudo. Oye aunque ya se que no va contigo pero podrias poner en tu blog un chat para que te dejemos nuestros mensajes y te podamos saludar! La nueva aplicación de Blogger también esta muy bien, es muy practico tener en un listado en el escritorio de todos los blogs que sigues o saber quien sigue tu blog. Te lo recomiendo.
Bueno con el frio recien llegado y las lluvias que no cesan me despido, si celebras la tipica Castañada Catalana que disfrutes de los Panallets, ummmm...
Horible me entra ganas de llorara!
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No tienes ni puta idea de lo que dices. Confundir espectáculos de maltrato a toros no tiene NADA QUE VER con la Fiesta Nacional.
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