Nada más letal que las hordas del oscurantismo
Donde abunda la ignorancia ocurre
que el desprecio va ganando confianza en sí mismo, y de ese a la crueldad no
hay distancia emocional ni cognitiva, sólo es cuestión de tiempo. Después, de
su mano, vendrá la chulería porque la ignorancia es atrevida, llegarán también
las excusas porque es cobarde, lo harán las mentiras porque es una gran
embustera, las repeticiones porque es
terca, aparecerá más desprecio porque es
presuntuosa y más crueldad porque no es imaginativa. Los imbéciles se sienten
tan cómodos en su imbecilidad que invierten en ella cada día.
No pretendo ser dogmático, eso es
patrimonio de los ignorantes por devoción asomados a su espejito de reina de
Blancanieves. Yo soy un gran desconocedor por falta de tiempo, de medios, de
capacidad, de lo que tú quieras, pero nunca por elección ni tampoco reincidente
por empecinamiento. Y una prueba es que puedo saber apenas nada de matemáticas,
poco de geografía, cuatro cosas de historia y una y media de filosofía, puedo
no tener ni idea de música, de química o de antropología, pero sé que el toro
padece dolor y miedo en grado tan extremo como tú y yo, como lo sienten tu
madre o mi hija. Lo que mis ojos ven y además la ciencia me confirma no lo
pongo en duda por no soy un analfabeto contento, sobrado y osado en su
oscurantismo.
Y sé que Juan José Padilla, por
decir uno, es además de ignorante el despreciativo, el ridículo petulante, el
cobarde, el mentiroso, el terco y el cruel que los martiriza y mata. Y también
sé que entre los que le aplauden hay ignorantes por vocación e ignorantes por
conveniencia, - unos y otros huecos de inteligencia ética - y que no necesito
ser capaz de leer una partitura, desarrollar una integral o explicar la fusión
fría para entender las hemorragias del toro, ni el significado de su doblar de
patas o el porqué de sus estertores.
Decía Sócrates – y de esto ya
hace dos mil cuatrocientos años – que “el malo lo es por ignorancia y por tanto
se cura de ello con la sabiduría”. Tú, veinticuatro siglos después, puedes
seguir jurando que al toro no le duele, que la Tierra es plana, que Padilla es
un héroe, que los epilépticos están endemoniados o que la tradición basta para
justificar algo. Puedes ser poseedor de la ignorancia, su abogado y hasta su
vocero, que al final de ti no va a quedar más que el recuerdo del hombre que se
llevaba las manos al mismo lugar cuando pensaba y sentía que cuando orinaba,
porque hacía todo con lo mismo.
En la cara, en las palabras, en
los actos, el canalla como el cretino, siempre acaba por delatarse. Saques
pecho de puntillas o exhibas paquete de algodón, escribas llamando seducción de
lolitas a la pederastia o espectáculo inevitable a la tortura y ejecución,
manches tus retinas con la sangre de un inocente sentado en un tendido a la
sombra o al sol, seas un aficionado, te apellides Padilla, Calamaro, Dragó o de
Borbón y Borbón, no eres más que vergüenza en la historia y arcadas en la
memoria, no eres más que el orgasmo de Mariló Montero, el voto del embaucado
para Wert, el titular de Tony Cantó, alguna portada con foto desencuadrada para
Marhuenda, la razón de la fama de Belén Esteban, mi asco, el de casi todos
nosotros, y el ignorante al que nunca convenceremos porque tu estupidez es más
grande que nuestros recursos, pero al que sin duda venceremos, y lo haremos gracias
a la educación. No a la tuya, sino a la de una sociedad en la que te quedarás
arrinconado chapoteando con cuatro como tú en vuestra hemeroteca de acero
ensartado, nervios seccionados, aplausos, ovaciones y asesinos a hombros,
añorando la sangre sobre la arena porque leéis odas al arte y la valentía allí
donde la cobardía sólo escribe frases de dolor.
(Imagen tomada durante la
Manifestación de Zaragoza Antitaurina 2012)
2 comentarios:
Toda la razon , son crímenes no solo permitidos , sino tambien , remunerados.
Este mundo esta siendo gobernado tanto por insensibles, mantenidos subvencionados y ademas estupidos.
Por eso existen las corridas de toros.
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