Cuando se empezaron a escuchar las primeras voces a favor de la abolición de la esclavitud, salieron inmediatamente otras, las de los esclavistas:
La esclavitud es natural, ha existido siempre. Los esclavos sin amos morirían, vagarían sin control, robando, violando y matando. Y cómo no: tratar de terminar con la esclavitud es utópico, solamente un soñador promovería una propuesta tan ridícula.
Cómo se parecen esos argumentos envenenados a algunos de los que hoy esgrimen los que defienden la tauromaquia: es tradición, la especie desaparecería, han sido criados para eso, o jamás se conseguirá acabar con las corridas.
En 1880 se alcanzó en España la abolición definitiva de la esclavitud. No tardando mucho la tauromaquia seguirá idéntico camino. Y vosotros, taurinos, como los esclavistas, no seréis más que borrones de sangre en la historia, recordados con asco y vergüenza.
No nos convencen vuestras mentiras ni nos asustan vuestras amenazas. El toro no quiere entrar en la plaza, le obligáis a que lo haga. Afirmáis sentir amor y respeto por él. ¿Cómo?, ¿destrozándole las entrañas? Y le arrebatáis la vida por representar una función perversa, digna de un guionista psicópata, hablando de la soledad existencial del hombre, frente a las fuerzas desatadas de la naturaleza que le quieren destruir, y a las que vence con ingenio, valentía y un simple trapo.
No, no me estoy inventando esta sarta de sandeces, son palabras vuestras [de Ignacio de Cossío.] Y al escucharlas me imagino a un hombre aterrorizado, armado con un pañuelito que agita con nerviosismo, mientras le acorralan dragones furibundos, y la tierra se abre bajo sus pies… ¿Fuerzas desatadas de la naturaleza?, ¿un trapo?, pero ¿en qué sala de cine fantástico veis la corridas de toros? ¡Tortura y asesinato! No hay otra descripción posible. Y que acabaremos con eso no es una utopía, no, ¡es un juramento!
Tortura y asesinato en su forma, y negocio en su fondo, ya que eso es la tauromaquia para sus protagonistas directos, excepto para el toro, a él le reserváis agonía y muerte. Que se trata de una actividad ruinosa todos los sabemos, que por sí sola no genera beneficios también, pero habéis descubierto el filón del dinero público, y no solo ofrecéis un espectáculo cruel y violento, sino que nos obligáis a pagarlo.
Aseguráis aportar grandes rentas a las arcas del estado, pero la realidad es que la ganadería del toro de lidia subsiste gracias al dinero que viene de Europa, escondido dentro de ayudas a la ganadería en general. Que cada vez que un ayuntamiento retira las subvenciones, no hay empresario taurino que se atreva a organizar corridas. ¿A quién pretendéis engañar, cínicos?
Y los poderes públicos apoyando moral y económicamente y llamando arte a lo que al final no es más que un triste asesinato. Pero ¿qué vamos a esperar en un país en el que su máximo representante, el rey, además de cazar leopardos, osos, elefantes o aquello que le pongan por delante, lo mismo cuelga una medalla de oro en el pecho de un matarife de luces que aplaude su sangrienta faena desde la grada. Sí, son pocos, pero su poder no es pequeño, sin embargo no será eso lo que nos detenga, y en esta revolución nuestras gargantas y nuestras manos son las armas de las víctimas sin voz ni derechos, y con ellas pararemos para siempre el acero de sus verdugos.
Esta manifestación antitaurina de Zaragoza, admirable por su magnitud y compromiso, es el mejor ejemplo de que la batalla por la abolición es un hecho imparable, y que todos unidos pondremos fin al crimen legal de la tauromaquia, uno de los vestigios más vergonzosos de la brutalidad y de la ignorancia del ser humano.
Todos y cada uno de vosotros sois la mejor prueba de que esta lucha no será inútil, y me siento muy orgulloso de poder compartirla con compañeros tan valientes y extraordinarios, capaces de seguir adelante sin vacilar a pesar de los insultos y las amenazas, haciendo frente al dolor y la rabia sin rendirse, sin dar un paso atrás.
Mañana, cuando ya no se celebre ni una sola corrida de toros en este país que tantos motivos nos da hoy para la vergüenza y el llanto, vuestros hijos y nietos sabrán que fuisteis vosotros los que lo hicisteis posible, aquellos cuya decisión transformó el mundo, porque eso es lo que estamos haciendo aquí y ahora: modificar la historia a fuerza de coraje, y poner la lucidez y la sensibilidad al servicio de la más necesaria y noble de las causas: erradicar para siempre la tortura y muerte de seres inocentes.
Estoy seguro de que la victoria es una realidad cercana: la leo en vuestros ojos, la sé inamovible en vuestros corazones y la veo en vuestras manos cargadas de valor y ética.
Gracias Compañeros.
1 comentario:
En Perú se abolieron de un plumazo y en el mismo decreto el tauricidio, la esclavitud y la Inquisición por considerar a las 3 igual de crueles, mientras que aquí la gente se sigue echando las manos a la cabeza si es comparada con otra especie animal...
Publicar un comentario