MALTRATO ANIMAL: UN CRIMEN LEGAL



ESTA PÁGINA CONTIENE IMÁGENES MUY DURAS Y TEXTO QUE POR SU CRUDEZA, PUEDE RESULTAR DESAGRADABLE Y HERIR LA SENSIBILIDAD. TANTO LAS FOTOGRAFÍAS COMO LO QUE SE HA ESCRITO NO HACE MÁS QUE MOSTRAR UNA REALIDAD BRUTAL, PERO SI CONSIDERA QUE PUEDE VERSE AFECTADO AL CONTEMPLAR LO QUE AQUÍ SE EXPONE, NO SIGA ADELANTE.

Quien asume la tortura y el asesinato de otros seres como algo ajeno, es tan responsable como el torturador y el asesino.

"Los hombres son nazis para los animales y su vida es un eterno Treblinka". (Isaac Bashevis Singer- Premio Nóbel).

Después de que todo se haya dicho y hecho, quedará mucho más por hacer que por decir. (Jane Goodall)

Ante la injusticia la cobardía se viste de silencio. (Julio Ortega)



martes, 9 de junio de 2009

Los gatos, ¿una especie cinegética?

Así es, los “conservacionistas” del 1 de Marzo de 2008, los “escopeteros” que en esa fecha se manifestaron por las calles de Madrid bajo el lema “Por el campo, la caza y la conservación”, los que quieren hacernos comulgar con postas y sangre contándonos que no son más que el modo de expresar su infinito amor a los animales, consideran que los gatos comunes, esas criaturas con las que muchos convivimos, son una especie cinegética y susceptibles de ser abatidos.

Y no lo digo sólo por el suceso del que aquí quiero dejar constancia, sino por una actitud muy extendida entre los amantes del rifle y del cuchillo y que se puede comprobar entrando en cualquiera de sus numerosos foros, esos en los que se prodigan con profusión los mensajes donde los del cepo y el perro destripado por un jabalí, describen distintos métodos para acabar con la vida de los gatos atendiendo a diferentes aspectos: rapidez, economía de medios, alcance de la matanza, discreción para no ser descubiertos, etc. A los perros, además de ahorcarles o dispararles, a veces les brindan la oportunidad de sobrevivir abandonándolos, parece que con los mininos ni tan siquiera eso.

Emplearé el concepto de presunción para relatar lo ocurrido ya que por ley – y me parece lo correcto – aquí nadie es culpable mientras no se demuestre ese extremo, así que a la espera del resultado de la denuncia interpuesta y del esclarecimiento de los hechos, no voy a ser yo quien determine la autoría de un crimen cuya existencia sí es incuestionable, por más que las evidencias tengan nombre y apellidos. Me estoy refiriendo a la matanza de gatos caseros que ha tenido lugar en una Finca del término de “Lagar El Monte”, en Moriles (Córdoba).

Ocurrió así: la propietaria del terreno, que permanecía cerrado con una cadena, entró en él tras escuchar los disparos de una escopeta de caza. Al cabo de un momento se encontró allí con el guarda de una Sociedad de Cazadores de la zona denominada NACUMO; este hombre, armado, llevaba un gato muerto colgando agarrado por sus patas traseras, tal y como acostumbran a hacer los dedicados a esta cruenta actividad con los conejos que cazan; el vigilante, sin inmutarse, saludó a la dueña y arrojó el cadáver del animal a un camino cercano. Recordemos que tal escena transcurría dentro de una propiedad particular perteneciente a la mujer.

La señora, entre atónita por el hecho y horrorizada al darse cuenta de que el gato asesinado era suyo, se fue a buscar a su marido sin decirle nada al individuo que deambulaba tan tranquilamente por su finca cargando con el cuerpo inerte del malogrado felino. Al regresar, el matrimonio pudo comprobar espantado como su terreno aparecía sembrado de gatos acribillados, algunos con sus vísceras fuera, entre ellos el de una hembra que estaba en el momento de su muerte amamantando a su camada.

Consternados realizaron varias fotografías de los cadáveres de los gatos y presentaron una denuncia en el cuartel de la Guardia Civil, indicando la identidad de la persona que se habían encontrado en su propiedad y que según los indicios, había acabado presuntamente y de un modo tan brutal con la vida de los infortunados animales. Se trata como decía del Guarda de la Sociedad y que es conocido con el sobrenombre de “El mataperros”, imagino que no lo habrán bautizado así porque se dedique precisamente a desparasitarlos, a bañarlos y a darles de comer.

Las investigaciones a quien correspondan, pero a nosotros nos asiste el derecho de opinar, de informar sobre lo ocurrido y sobre todo, acerca de lo que esto significa, porque más allá de un hecho lamentable y trágico, es la consecuencia lógica y muy habitual de la conducta mostrada por una gran parte de los individuos volcados en el crimen con licencia: la caza. Unos cuantos limitan sus tropelías legales a las especies catalogadas como cinegéticas, otros muchos, llevados por su instinto depredador pero no por la necesidad básica de alimentarse, sino porque les satisface y divierte, no se limitan a matar aquellos animales que la ley les permite, eso no les sacia, les sabe a poco y en cuanto creen poder refugiarse en la impunidad del anonimato, revientan y destrozan a través de diferentes métodos a seres vivos aún protegidos en un intento de aplacar su ansia exterminadora.

Pero ese anhelo por destruir vidas es insaciable y no se le puede pedir a quien ha convertido el sufrimiento y la muerte ajena en su principal entretenimiento, que muestre respeto y aún compasión, su codicia por atesorar despojos mortales no hay litros de sangre que la aneguen ni trofeos naturalizados que la colmen. No se explican de otro modo mensajes como los siguientes escritos por cazadores y que cualquiera que lo desee puede leer, ya que figuran en foros públicos y en esta ocasión, teniendo en cuenta lo ocurrido, los que he escogido se refieren a gatos, en concreto a sus consejos para acabar con ellos (las frases están transcritas de forma literal):

“ Pues yo me da lo mismo lo que diga medio ambiente, nosotros habido dias de matar hasta 5 gatos. Duro con ellos sin compasion !!!!!!!”.

“ no os da vergüenza, yo sería incapaz de dispararles las balas y cartuchos cuestan mucho, asi que a palo limpio y cuando veais que le sale una pasta blanca por las orejas es que ya le queda poco”.

“ les pones una sardina dentro de una jaula trampa y cuando le hayas capturado nada de complicarte la vida con sacos ni garrotes ni nada, que escapara. Le sumerges en un recipiente con agua donde quepa toda la jaula y arreglado”.


La crueldad y la cobardía son difíciles de disfrazar, por eso creo que con estas pocas muestras, aún siendo muy numerosas las existentes, es suficiente para dejar clara la actitud de muchos cazadores, su absoluto desprecio por otras formas de vida y el espíritu violento que impregna sus actuaciones, tal y como ha ocurrido con el asesinato de gatitos en Moriles, presuntamente cometido por el guarda de una Sociedad de Cazadores, su hombre armado de confianza, que al parecer carece de problemas para combinar su labor profesional con sus aficiones cinegéticas, y es que en definitiva ambas tienen un denominador común: mantener, fomentar y practicar una actividad basada en la muerte cruenta e inútil de animales. Imagino que por eso saludó con tanta naturalidad a la dueña de los gatos asesinados llevando uno de ellos en la mano, y es que para esta gente apuntar, disparar y matar a seres vivos es un derecho que consideran inalienable, lo mismo les da un jabalí, un venado o un zorro, que gorriones, urracas, urogallos, perros o gatos. De la cacería de todas estas especies, incluidas las protegidas, encontramos abundantes relatos y noticias en ambientes cinegéticos.

Pero se las seguirán dando de ecologistas, contándonos que su labor es de regulación y de conservación, afirmando que nadie les supera en amor a los animales y al campo, aunque a los primeros los maten y el segundo lo contaminen; tampoco van a dejar de proliferar los casos de furtivismo, de tráfico de especies y de trofeos, de prácticas ilegales, de encontrarnos con propuestas de empresas españolas para matar en el extranjero osos, tigres o elefantes, continuaremos contabilizando heridos y muertos humanos todos los años en los llamados “accidentes de caza” y no dejarán de salir voces defendiendo esta brutalidad, que se analice como se analice, consiste en matar por diversión. Curiosa y macabra manera de entender la ecología.

Sólo quiero añadir algo más. He escrito a la Alcaldesa de Moriles para solicitarle información acerca de los hechos así como para conocer cuáles son las medidas que piensa tomar como máxima responsable municipal. Su respuesta ha sido el silencio. Es común que los ayuntamientos traten de echar tierra sobre asuntos como este para no verse involucrados en ellos, sobre todo en localidades pequeñas, en las que todos se conocen y “mirar hacia otro lado”, es la mejor manera de evitar enfrentamientos, aunque a veces no se esté de acuerdo y se sea consciente de que se está encubriendo un posible delito. Estoy casi convencido de que en Moriles, la conducta de “el mataperros”, tal vez a partir de ahora también conocido como “el matagatos”, es tan sabida como consentida y silenciada. La justicia resolverá, con una pena ridícula como siempre si se determina su culpabilidad, veremos cuál es la postura del Consistorio, porque el silencio es el argumento de aquel que no tiene argumentos sensatos que aducir, pero esos gatos masacrados no pueden ser ignorados ni olvidados, su dueña no lo hará y nosotros, los que no conservamos ni amamos matando, tampoco.
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1 comentario:

Ricardo Muñoz José dijo...

Más claro imposible. Aquí está expuesto lo que muchos saben y sólo se atreven a callar. La caza un flagelo a extirpar. El que mata, ¡mata! Y el que mata ¡es un asesino!

Estos defensores de la conservación de la naturaleza, a tiro rápido firman su obra, y con olor a pólvora y cartuchos quemados van sembrando el camino de la vergüenza.
Un hombre que mata un animal sin pestañear, ¿se contendría a la hora de dispararle a un ser humano?

Lo ocurrido en Lagar El Monte, Moriles (Córdoba), es sólo una mota más. El disloque continuará con estos señores pretendiendo alcanzar la felicidad apretando el gatillo.

Mi repudio es tan grande hacia ésta actividad, que, con tu permiso, Julio, voy a dejar una anécdota que viví muy de cerca.

Ocurrió en Río de Janeiro, durante el segundo programa televisivo del joven presentador Carlos Mauá. Carlinhos (así lo llamábamos), tuvo que entrevistar a un “deportista” de la escopeta -un personaje perteneciente a la aristocracia nacional-. El entrevistado se presentó como CAZADOR DE LEONES. Carlinhos le preguntó en qué consistía tal “deporte”. El hombre lo describió con lujo de detalles, desde el rastréo hasta el tiro final, sintiéndose un héroe (cómo estos de aquí).
Entonces, dijo Carlinhos:
-"Si no capto mal, el cazador localiza al león y sale a enfrentarlo cara a cara".
El otro se rió con aire de suficiencia.

Al otro día el presentador era retirado del programa. El personaje usó sus influencias y exigió su despido. La prensa, que allí es más directa, quiso saber la razón. El ofendido cazador se despachó con estas palabras:
-"El señor Mauá, abusando de su ignorancia, me dejó ante los teleespectadores como un cobarde".

Carlinhos, por su parte declaró:
-"Entiendo que cazar es ocultarse y dispararle a la distancia a un animal desprevenido. Y eso para mí no es un deporte. ¡es un asesinato!".
Resultado, Carlos Mauá nunca más volvió a trabajar en televisión.

Julio, hombres como éste marcaron mi amor hacia los animales.

Un abrazo.
Ricardo – Linde5