Creyendo que mi capacidad de asombro ante la suciedad taurina estaba ya colmada, se me ocurrió dar un “paseillo” al otro lado de una de esas puertas que llámese “Gayola” o “de Chiqueros” y aún sonando en el instante de cruzarla un pasodoble con más de composición fúnebre que de marcha ligera, no era sinó el acceso a un siniestro criadero. El nombre que rezaba en dicha entrada era: “Ganaderos de Lidia Unidos”, pero igualmente y atendiendo a la razón última de su existencia podría haber puesto: “Traficantes de seres vivos “. Así, sintiendo arcadas al leer el mensaje que invitaba a pasar diciendo: “Bienvenido al sitio web de la Cultura Taurina”, me adentré en la sórdida caverna donde habitan algunos de los bárbaros con más renombre en este País.
Quisiera hacer un repaso por los motivos de estos comerciantes de cadáveres y es que aunque durante su crianza alienten, la “materia prima” que utilizan está formada por muertos en vida, porque todos y cada uno de ellos están condenados de antemano. Muchos, la mayoría, ejecutados sin demora por no ser válidos para la lidia; unos cuantos destinados por escasez de cualidades a ser objeto de martirio ante el regocijo popular en cualquier festejo de los llamados “menores” - tal vez en presupuesto y difusión que no en sangre - de esa España cochambrosa y despiadada; el resto acabará en alguna plaza sostenida gracias a las subvenciones y a medio llenar, a menos que hayan regalado buena parte de las entradas para hacernos creer que es el segundo espectáculo de masas en el País, tal y como tienen la desfachatez de asegurar en su tenebrosa Página. Pero sea cual sea su destino, su olor a cadaverina se percibe desde el momento de su nacimiento.
Los Ganaderos dicen que el toreo posee valores como “respeto al medio ambiente” y “conservación de la Naturaleza”. Estos individuos, no sé si cegados por la sangre que emana indefectiblemente de su negocio o simplemente movidos por su hipocresía, parecen o quieren ignorar que el término “Naturaleza”, que proviene del latino “Natura”, significa: “el curso natural de las cosas” y hace referencia a la forma en la que “nacen y crecen las plantas y los animales”. Quisiera que alguno de estos mercaderes de la muerte me explicase qué tiene de natural criar a un animal para atravesarlo y mutilarlo. ¿Respeto al Medio Ambiente?, tanto como el violador por su víctima.
Dicen después que “la incultura es patrimonio exclusivo de los antitaurinos”. Vamos a dejar de lado la acepción que identifica “cultura” con “conocimientos” para que el Sr. Victorino Martín no se me ofenda, y centrémonos en el concepto nacido durante la Ilustración que la equipara a “Civilización”, ya que el redactor de la Página sin duda se refiere a eso, puesto que al hablar de la tauromaquia la considera indisoluble del arte, de la educación y hasta de la poesía – como no sea que torero y ganadero riman con majadero y carroñero -. Pues bien, Civilización implica progreso, evolución y mira por dónde, que este “ilustrado” defensor de las corridas, pretende hacernos creer que la tortura de un animal nos aleja de las sociedades salvajes de la antigüedad. E imagino que se quedó tan ancho después de escribirlo, le faltó dar la vuelta al ruedo o mejor dicho, a la gruta en la que sigue confinado adorando a las sombras y abjurando de las luces.
Y ya que nos habla también del impacto de la Fiesta en los intelectuales foráneos, me permito recordarle a este enciclopedista preso del Cossío, que más allá de nuestro territorio y en la mayor parte de los países modernos y con un grado adecuado de civilización, somos vistos como salvajes y sádicos gracias principalmente a las corridas de toros. Usted, con su defensa del padecimiento de animales como forma de placer, contribuye de forma notable a esta labor y le convierte en Embajador de la España Negra allende nuestras fronteras.
En otro apartado nos indica que la corrida “aleja al toro de la muerte indigna de un matadero”. Este Señor parece no haberse enterado de un detalle: la indignidad de la muerte no viene dada por las circunstancias en que se produzca ya que ésta aún sin ser provocada no es elegible, sino que la cualidad de abyecta o reprobable se la otorga el hecho de que lejos de ser fortuita, le venga causada por un tercero. El indigno es por lo tanto el sayón, en este caso todo aquel que participa en el proceso de la tauromaquia y nunca el animal, cuyo único papel en todo este despreciable asunto es el de víctima.
La necesidad de no extenderme me impide analizar como desearía las numerosas perlas nauseabundas que adornan su exaltación de la tortura y su panegírico a los verdugos, pero no quiero acabar sin referirme a una frase que utiliza para justificar su defensa de la tauromaquia y que concentra la esencia de la estulticia: “Somos porque existimos”. No me diga Señor redactor de los ganaderos, menudo descubrimiento. Pues de paso, le confirmo que los violadores, los ladrones, los tiranos o los pirómanos también “son porque existen”.
La Página de los Ganaderos de Lidia está plagada de alusiones a la “Cultura”, ¿sabe a qué me recuerdan esas menciones?, al cartel que en la entrada de Auschwitz rezaba. “El trabajo os hará libres”. Es tanta su mediocridad y tan poca su compasión, que no les causa el menor rubor despreciar a sus víctimas y mofarse de su sufrimiento. ¿”Gestores medioambientales” afirman que son?, no caballeros, simplemente gestionan la muerte de otros provocada por Ustedes y eso, tiene otro nombre.
3 comentarios:
Gracias compañero, una vez más, por poner al descubierto, con argumentos lógicos y sencillos (y no por esto menos profundos), la crueldad de estos matones a sueldo, de estos "artistas" del sadismo.
Después de leer tu artículo, me siento como diría mi querido Benedetti:
"estoy jodido y radiante,
más bien lo primero que lo segundo
y también ..viceversa".
Como algunos lectores son muy jóvenes , me gustaría recordar unas frases de la canción del poeta cantautor: Jacques Brel ,
titulada: "Los toros"
dice así:
Los toros
Los toros se inquietan el domingo
Cuando se trata de correr para nosotros.
Un poco de arena, de sol y de tablas,
Un poco de sangre para hacer un poco de barro.
Es la hora en que los tenderos
Se toman por Don Juan.
Es la hora en que los ingleses
Se toman por Montherlant.
¡Ah! Quién nos dirá en qué piensa
Un toro que gira y danza
Y que descubre de pronto que está totalmente desnudo.
¡Ah! Quién nos dirá con qué sueña
un toro cuyo ojo se alza
y que descubre los cuernos de los cornudos.
Los toros se inquietan el domingo
cuando se trata de sufrir para nosotros:
He aquí el picador y la multitud se venga.
He aquí los toreros y la multitud se arrodilla.
Es la hora en que los tenderos
Se toman por García Lorca.
Es la hora en que los ingleses
Se toman por la Carmencita.
Los toros se inquietan el domingo
Cuando se trata de morir por nosotros
Pero la espada va a hundirse y la multitud se inclina
Pero la espada se ha hundido y la multitud está en pie.
Es el instante de triunfo en que
Los tenderos se toman por Nerón.
Es el instante de triunfo en que
Los ingleses se toman por Wellington.
¡Ah! ¿Tal vez al caer a tierra
los toros sueñan con un infierno
En el que arderán hombres y toreros difuntos?
..............
yo quisiera creer que existe justicia más allás de la muerte y pensar
que existe un infierno en el que arden toreros, ganaderos , aficionados....
pero como no quiero dar pie a que me tachen de "cruel" con estas almas cándidas,
me quedo con una de las frases de la canción,
¡ahí es ná!
¡Ah!, ¿quién nos dirá con qué sueña
un toro coyo ojo se alza
y que descubre los cuernos de los cornudos.....
yolanda
Suenan tambores, clarines, trompetas; / ¡suenan timbales, señores!… ¡comienza la fiesta! // Un toro recorre con furia / de parte a parte la arena. / Ahí tienen a su torero / vestido de luces y piedras. // Ahora no les falta nada, / ya puede empezar la pelea; / el torero "pa' lucirse", / el toro por supervivencia. / Ahora no les falta nada, ya puede empezar la fiesta; / ¡que empiece a correr la sangre, / que no importa de quién sea! // El gentío grita y chilla / con más furia que la bestia, / y esperan que ese valiente / acabe pronto con ella. // Y chilla y grita el gentío / dándole vida a su fiera; / aclama la muchedumbre: ¡¡Olé!! / al que mata con limpieza. // Banderillas, picadores, / abanicos, sangre y peinetas; / uno de los luchadores / ha dejado su vida en la arena. // Ya está la fiera contenta / con sangre que no es de sus venas; / parte de su cobardía / ha quedado ahí en la arena. // Su cobardía diaria, / el miedo al que no se enfrenta. / El hombre prefiere ver / su dolor en carne ajena. // El hombre prefiere ver / su dolor en carne ajena. / El miedo al que no se enfrenta, / su dolor en carne ajena.
Ángel (GRB)
Compañero Julio, como siempre, magistral. Me he permitido, hoy que estoy rediseñando contenidos, añadir un enlace a tu blog en el mio.
Gracias por estos ilustrados textos y por tu lucha incesante en favor de los animales.
Un abrazo
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