Al parecer ocurrió cuando el rejoneador le iba a poner al toro el "rejón de castigo"... ¿castigo?, transcribo la definición del Diccionario de la R.A.E. para este término: "Pena que se impone a quien ha cometido un delito o falta"; ¿cuál ha sido la acción punible perpetrada por el toro?, ¿nacer en un mundo en el que algunos hombres han decidido utilizarlo como víctima de sus perversiones sádicas?. Y como sabemos tras este tercio viene indefectiblemente el del "rejón de muerte", porque al parecer el astado siempre es encontrado culpable y por lo tanto, se le aplica la sanción máxima de este peculiar y miserable código que dicta el sometimiento del animal al hombre: la tortura y ejecución de la criatura irracional con un macabro colofón: su mutilación ya cadáver o todavía con vida, según la duración de la agonía del animal, para premiar la labor del verdugo y satisfacer la hematofilia de la afición.
En ciertos diarios que nutren sus páginas habitualmente con noticias que en tono solemne y pretencioso tratan de ensalzar esta tradición feroz nos cuentan que el jinete, Pablo Hermoso, lloraba por lo ocurrido pero que intentó sobreponerse continuando con lo que le había llevado a ese ruedo y por lo que cobra: hacerle al toro algo similar a lo que le había acontecido a su montura y que aparentemente provocó su congoja y sus lágrimas. Si esto no es hipocresía es inmoralidad, en cualquier caso su dolor es difícil de "vender" a quien no distingue entre el sufrimiento de un caballo o de un toro.
Esto ocurrió ayer y esta mañana pude escuchar unas declaraciones del Presidente de Ganaderos de Lidia y de la Mesa del Toro, hablando en tono jactancioso de la hermosura de las dehesas gracias a la cría del toro y de los muchos puestos de trabajo que proporciona. Qué prisa se ha dado el Sr. Martín Peñato en barnizar de ecología y de solución al paro lo que sólo tiene un color: el rojo de la sangre y únicamente una interpretación: la crueldad es rentable porque se la subvencionan.
A Uds. no les importan las dehesas, ni los caballos, tampoco los toros, les preocupa su cuenta corriente, los dineros que reciben en forma de ayudas estatales, autonómicas o municipales por dedicarse a una actividad de por si ruinosa y cómo no, su posición social, porque en este País seguimos haciendo de algunas actividades repugnantes el escenario donde se dan cita los "grandes", los "poderosos", los "famosos" y un buen número de aduladores y de "estómagos agradecidos".
En este caso, en el de la tauromaquia, los palcos y gradas están al servicio de un "arte" brutal, de una "cultura" violenta y, en ocasiones, con la circunstancia agravante de querer dulcificarlo con el calificativo de "benéfico", como si la tortura de un ser vivo se convirtiese en virtud destinando el dinero que tal degradación genere a un fin humanitario.
La imagen de ese desdichado caballo con sus intestinos colgando y huyendo debería de ser suficiente para poner fin de forma inmediata a estos espectáculos, y no porque se trate de ese animal en concreto o por lo espeluznante de la estampa, que su angustia no es menor ni más turbadora que la de cualquiera de los toros que por miles padecen y mueren en nuestro País, sino también porque el tratamiento que se le ha dado desde los ambientes taurinos, demuestra que estamos dando carta de legalidad a un grupo de personas que además de violentas y sádicas, utilizan la hipocresía como arma frente a la razón.
3 comentarios:
Hola, Julio:
Cada vez está más claro que el calificativo "arte" para estos festejos más propios para el populacho medieval que para un país moderno es cada vez más dudoso.
¿cómo es posible que en una sociedad del siglo XXI se tolere que se arriesgen frívolamente vidas, para divertimento de las masas aborregadas y encerradas en la era medieval?.
Spain is different, y eso tardará mucho en cambiar.
Un abrazo.
Hola Julio, enhorabuena por tu artículo.
Un abrazo
repugnante!
Julio,buenísimos tus artículos!
un saludo paisano.
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