MALTRATO ANIMAL: UN CRIMEN LEGAL



ESTA PÁGINA CONTIENE IMÁGENES MUY DURAS Y TEXTO QUE POR SU CRUDEZA, PUEDE RESULTAR DESAGRADABLE Y HERIR LA SENSIBILIDAD. TANTO LAS FOTOGRAFÍAS COMO LO QUE SE HA ESCRITO NO HACE MÁS QUE MOSTRAR UNA REALIDAD BRUTAL, PERO SI CONSIDERA QUE PUEDE VERSE AFECTADO AL CONTEMPLAR LO QUE AQUÍ SE EXPONE, NO SIGA ADELANTE.

Quien asume la tortura y el asesinato de otros seres como algo ajeno, es tan responsable como el torturador y el asesino.

"Los hombres son nazis para los animales y su vida es un eterno Treblinka". (Isaac Bashevis Singer- Premio Nóbel).

Después de que todo se haya dicho y hecho, quedará mucho más por hacer que por decir. (Jane Goodall)

Ante la injusticia la cobardía se viste de silencio. (Julio Ortega)



miércoles, 17 de diciembre de 2008

Los Animales y el dolor que Hermann Tertsch, ¡desprecia!

HERMANN TERTSCH, ATRAPADO EN SU PROPIO ECO


Dice un antiguo proverbio: "La vida no se mide por la cantidad de veces que respiramos, sino por la cantidad de veces que nos quedamos sin respiración". Y eso nos ocurrió al leer su artículo Sr. Tertsch; nos sentimos raros, como si los ojos tropezaran en algo de acervo ancestral.

El Sr. Hermann Tertsch columnista de un conocido Diario (en el que cabalgan con dentadura propia la exaltación del toreo y la sublimidad de la Iglesia, cual faro conductor es esta Sociedad extraviada) se pregunta: ¿quién le habrá dicho a un chico voluntario de la Asociación contra el Maltrato a los animales Igualdad Animal, que las criaturas que viven en granjas, bien sea para el posterior consumo de su carne o destinadas a ser despellejadas para utilizar su piel en la elaboración de diferentes productos, sufren en su cautiverio?.
















Este periodista, lisonjero admirador del Trío de las Azores - con A y Z, igual que Aznar, uno de los impulsores de la destrucción de las armas de masiva fantasía, y que envió tropas a Irak a parapetarse en los cuerpos de civiles abatidos en nombre de un arsenal de plastilina - lanza una pregunta con aires de objetividad en dicho artículo - mezcla de "ingeniosidad" y sarcasmo - poniendo su acidez al servicio de la critica, y desprecia a los activistas que con motivo del "Día Internacional de los Derechos de los Animales", participaron en un Acto contra la tortura de los mismos. Un Acto que al referirse al "Derecho de los Animales", defendía de igual modo a algunos animales de dos patas, que hacen del menosprecio el mordaz bocado de su plato sin fondo.

Hermann Tertsch, descarga su enjundia en un joven rubio, que a su afilado juicio, es un osado si piensa que padece un animal por estar enjaulado, sin espacio para moverse, haciendo de sus heces el perfume de su impotencia, y expuesto a enfermedades nunca dignas de atención, pero alimentado a paso forzoso y con un destino definido: que una cuchillada lo salve de la electrocución, o un simple golpe le confirme el sacrificio, y estando aún consciente sentir que su piel le es arrancada - que nadie vea en esta afirmación una estrategia pueril; en nuestro país abundan los vídeos que así lo atestiguan – Imaginamos que las frecuentes autolesiones en estos esclavos irracionales, sus conductas repetitivas y diferentes comportamiento patológicos que no muestran en libertad, son un altisonante testimonio de la agradable diversión que la mano del encierro les alcanza.














En un tono entre condescendiente con la "ignorancia" del joven y despreciativo por su compromiso en la lucha contra el maltrato animal, el fatuo y engolado articulista ocasional de los Cuadernos de las FAES, se pregunta: "¿Quién le habrá dicho al rubito que los animales sufrían donde estaban (las granjas de cría)?". Este acérrimo defensor de la PECO (perdón, COPE, la radio de los representantes de Dios en la Tierra, Jiménez Losantos incluido), gracias a su prominente concepto de si mismo, se permite poner un nubarrón en aquello que la CIENCIA ha demostrado, y sin el menor rubor, no sólo desdice el do de pecho de los investigadores, sino que incluso bucea en el interior del chico que se ve en la instantánea al frente de la Manifestación - sosteniendo un gato muerto entre sus dedos -, y afirma que tras el compungido rostro del activista de Igualdad Animal, se esconde una mal disimulada satisfacción por su "minuto de gloria" (los que hacen del "salir en la foto" el alimento de su ego, deducen que tal masturbación mental es afín a todos). Parece olvidar este partidario de los abusos y violaciones de los derechos del Pueblo Palestino, que el "rubito" complementa el andamiaje de esa Asociación, en un trabajo de conciencia sin otro pago que el placer de participar y el de contribuir al amparo de los eternos parias de la Sociedad. Mientras que él convierte en moneda sus cada vez más fascistoides crónicas (sus opiniones valen dinero, claro). La actitud del joven de la Concentración esculpe el indeclinable derecho a la vida, y su acción invoca un pedido: que no se aplique el sufrimiento a seres que no pueden hacerse escuchar.

Hermann Terstch - fiel paladín de la derecha más exaltada de este país y de la Iglesia más rancia e incansable valedor de un conservadurismo de visión cerrada - con su facundia habitual enfoca sus ataques hacia los sectores minoritarios, deslizando siempre las dos palabras de alerta: radicales incontrolados. Es su modo de satanizar todo ejercicio de libertad, de exigencia de justicia. Buscando así el silencio de los que sienten vulnerados sus derechos, o encaminan su solidaridad rumbo a determinados colectivos, que por agravio comparativo asumen el derivado de sometidos.















H.T., hombre de dúctil madera, sin pestañear admite otra generosa faceta de su sosegado espíritu: el sibarítico placer de intentar – no de conseguir – ridiculizar a los que gritan ¡BASTA! a los que piden el fin de un zorro desollado, de un toro ensartado por el acero engordador de bolsillos, de los lanzazos en nombre de una Virgen, del toro quemado vivo en brindis de tradición, de una oca "tratada" para multiplicar por diez el tamaño de su hígado, o de un galgo al que se le paga con horca el declive de su capacidad cazadora.

Y cómo no, este protegido del Telemadrid de Doña Aguirre, Esperanza de andar lento, aprovecha en su opúsculo (¿alguien dijo regurgitación?) para actuar como adalid de Rouco Varela, ya que, según él, los peligrosos animalistas, armados con sus voces, "Están todo el día insultando al Cardenal Rouco...". No es de extrañar tan alta estima por el más encumbrado Cargo de una Iglesia Oficial. Puesto que éste, de forma activa ampara las corridas de toros, y acepta capotes de matadores como ofrendas a las Vírgenes. Una tradición muy del gusto del Sr. Tertsch. Un gusto hervido en fuego de vilipendio, que como su desprecio indica, abraza el espectro completo: perros, gatos, conejos, cerdos, linces, toros, activistas "rubitos", ateos y hasta "antifranquistas", a los que en el mismo artículo – ¿le pagarán en función del número de criticados? – acusa de "hiperactivos". Aclarando, eso sí, que él nunca fue carne barata, pues a él jamás le obligaron a cantar el "Cara al Sol", tal vez, ser el encargado de limpiar diariamente el retrato del añorado Caudillo lo eximía de integrarse en el coro, dado que de otro modo no se habría librado de "las caricias" que padeció el resto de escolares de su quinta.

Desde el albor da la humanidad, la solidaridad es un estatus excluyente, y es, a su vez, trampolín para que un gran número de partidarios del sufrimiento animal, salte con el cuchillo entre los dientes sobre la labor de los animalistas, a fin de colocar en la opinión pública una imagen negativa; quien se preocupa por el bienestar de los animales siente una absoluta indiferencia por los males que aquejan a los seres humanos. Tal postura, fermentada en los andenes de la profunda necedad, y vestida con el porte indisoluble de una estrategia, está destinada a desprestigiar a los que SÍ pueden lograr la finalización da la crueldad. Un descrédito que, cual toque de guerra, dulcifica los oídos de unos cuantos, incluyendo los del Sr. Tertsch.















A este Periodista, que dice haber formado parte en su juventud del Partido Comunista –qué curioso, como el Sr. Pío Moa, que un día dio un paso desde la izquierda para adentrarse en la derecha más obcecada (y agónica) ocupando un puesto de honor– según parece, le resulta incompatible sentir empatía por cualquier ser atacado, maltratado, desposeído de sus derechos, porque son vulnerables dada su debilidad o falta de protección.

En este mundo paradójico, amasado en topes de sorpresas, hay quien se vuelca en la defensa de los niños, o de los ancianos, o de los hambrientos, unos cuantos en la de víctimas de las guerras, algunos en la ayuda a marginados de cualquier tipo, otros en los enfermos terminales – por cierto, en el mismo escrito, el Sr. Tertsch también ridiculiza el derecho a la muerte digna, y lo llama "darle ´matarile´ a un anciano por sus pocas posibilidades de volver a correr una maraton" -. Asimismo existe gente que lucha contra la contaminación de los mares, o por acabar con la desertización. Y hay personas que lo hacen a favor de los derechos de los animales, en una liza con empaque continuo, engranajes bien lubricados y mordiente afilado, orientada a abolir cualquier práctica que implique la crueldad hacia los mismos. En fin, que son numerosas las iniciativas conducentes a colaborar de modo altruista, donde la ayuda a terceros puede demandar un esfuerzo pero no la claudicación de la sensibilidad. Lo inaceptable, Sr. Tertsch, es ver a la misma persona que hoy defiende a los civiles de El Congo, mañana a los árboles del Amazonas, y pasado a los visones encerrados en granjas peleteras, terminar predicando a favor de los que hambrean el mundo, de la supremacía de las armas, o de la necesidad de las guerras "humanitarias".

Este férreo empeño en confundir las cosas, también marca huellas en otros terrenos, y siempre con el fin de denigrar cualquier acción animalista. Ilustrando lo dicho, Julio Ortega recuerda: "Suelo escribir a menudo contra la tauromaquia y se cuentan por docenas los comentarios que me han dedicado en los que se trata de echar por tierra mis argumentos, diciéndome que no es menos terrible lo que ocurre en granjas de cría y en mataderos y que parece que eso no me preocupa; hace poco publiqué un artículo sobre este tema –no era la primera vez– y como en las otras ocasiones, empezaron a llegarme respuestas en las que me rebatían recalcándome que igual de espantoso es lo que pasa en las plazas de toros y según sus autores, yo no decía nada acerca de eso".















Sr. Tertsch, seguramente para usted, el súmmum de la sagacidad resida en agarrarse a esta táctica tramposa, a fin de arremeter contra los que protegen a animales, alentando con su conducta a ciertos individuos que lucran con el dolor y la muerte animal. Pero antes de menospreciar al "rubito" de Igualdad Animal, a quienes lo acompañan, y a la inmensa cantidad de ciudadanos que estamos en contra de tan intolerable situación, debería preguntarse si desde ese altar - donde se golpea el pecho y que Dios lo perdone - en el que muestra sentirse a la derecha de su dios - y acaso con intención de ocupar su sitio, a juzgar por la soberbia que destila - ¿hace algo por defender a los más débiles, o es Vd. sólo un peón mediático de los poderes tradicionales en su versión más añeja e inmovilista? .

Antes de criticar, así, a todo galope, sepa que amparar a un toro indefenso también es defender a un niño de las calles de Brasil, porque la violencia practicada con los animales, acaba explotando en los estómagos humanos más débiles. Entretanto, Sr. Tertsch, ¿a quién defiende Vd. además de a Rouco Varela, Aznar, Bush o Franco?.

En su escrito encontramos los ingredientes afines a toda cultura arrodillada: fuerza del dinero, poder de la desigualdad, miedo a la inseguridad, enaltecimiento de la violencia, y la superstición entronizada. ¡Todos los componentes que dividen a la sociedad y le facilita el camino a una clase privilegiada!.

El presente texto lo hemos escrito a dos plumas, no porque falte capacidad individual para hacerlo, sino para ofrecerle una visión a dos bandas; más amplia. En contraposición a su insistencia en ver el mundo desde el punto de fuga de las anteojeras; inflexible atalaya que los reaccionarios atesoran.

Su artículo Sr. Tertsch, más que desmoralizarnos, derivó en el ariete que arma nuestro empeño y nos catapulta a seguir enhebrando caminos. Leerle nos ha abierto un nuevo espacio, pues, al salvarnos del zarpazo de la incongruencia, nos queda la sensación de haber hallado la savia que alimenta nuestros pasos.

Enlace al artículo de Hermann Tertsch:
http://www.galicia-liberal.com/20081211-igualdad-animal.html

http://www.igualdadanimal.org/
http://www.linde5-otroenfoquenoticias.blogspot.com/

Este artículo es resultado del trabajo conjunto de Ricardo Muñoz José, responsable del Blog: "Linde5 Otro enfoque Noticias" y del autor de la presente Página.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Julio, vengo del blog de Ricardo. Ya que escribieron juntos este fenomenal artículo, me pareció correcto venir a visitarte.

El texto me gustó por su vena reivindicativa y por la objetividad de la respuesta. El tal Hermann, un tipo al que felizmente no conozco, sin duda es un lápiz al servicio de los poderes más conservadores. Untar el pan en sangre de toro asesinado públicamente, y golpearse el pecho en nombre de un dios hipotético, es un ejemplo de voluntad comprometida.

La redacción y los puntos que toca el escrito de ustedes, es excelente. Los animalistas se sentirán identificados.

Ahora, entre nosotros, ¿el laburo lo hiciste vos y Ricardo puso el título? Seguro que vos te rompiste la zabeca, dándole cuerda a las ideas, y Ricardo por ahí; escribiendo historias de perritos.

Sí, ya sé, no te enojés y aceptá la broma, gallego (acá a todos los españoles les decimos gallegos). A Ricardo lo conozco desde hace un par de años, y sé que es un hombre entregado a la escritura minuciosa. Para mí, es un poeta que escribe.

Te reitero mi admiración y te deseo todos los éxitos del mundo.

Un saludo desde Uruguay, el país que tiene un río de una sola orilla.

Anónimo dijo...

Historia de vampiros

Era un vampiro que sorbía agua
por las noches y por las madrugadas
al mediodía y en la cena.
Era abstemio de sangre
y por eso el bochorno
de los otros vampiros
y de las vampiresas.

Contra viento y marea se propuso
fundar una bandada
de vampiros anónimos,
hizo campaña bajo la menguante,
bajo la llena y la creciente
sus modestas pancartas proclamaban,
vampiros beban agua
la sangre trae cáncer.

Es claro los quirópteros
reunidos en su ágora de sombras
opinaron que eso era inaudito,
aquel loco aquel alucinado
podía convencer a los vampiros flojos,
esos que liban boldo tras la sangre.


De modo que una noche
con nubes de tormenta,
cinco vampiros fuertes
sedientos de hematíes, plaquetas, leucocitos,
rodearon al chiflado, al insurrecto,
y acabaron con él y su imprudencia.

Cuando por fin la luna
pudo asomarse
vio allá abajo
el pobre cuerpo del vampiro anónimo,
con cinco heridas que manaban,
formando un gran charco de agua,
lo que no pudo ver la luna
fue que los cinco ejecutores
se refugiaban en un árbol
y a su pesar reconocían
que aquello no sabía mal.

Desde esa noche que fue histórica
ni los vampiros, ni las vampiresas,
chupan más sangre,
resolvieron
por unanimidad pasarse al agua.

Como suele ocurrir en estos casos
el singular vampiro anónimo
es venerado como un mártir.

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Como menciona Mario Benedetti en este poema, los “vampiros sedientos de sangre”
“opinan que es inaudito, ……
estos “locos”, estos “alucinados” “abstemios de sangre”
podemos convencer a los “vampiros” flojos”.

Esperemos que a pesar de los ataques constantes a nuestra defensa del más débil, a la llamada al raciocinio y a la justicia, cada día sean más los “vampiros sedientos de sangre” que se pasen al “agua”.

Con la ayuda impagable de tus artículos Julio (y en este caso, como no, la de Ricardo Muñoz) lo conseguiremos. Gracias a los dos.

Guiomar Machado