MALTRATO ANIMAL: UN CRIMEN LEGAL



ESTA PÁGINA CONTIENE IMÁGENES MUY DURAS Y TEXTO QUE POR SU CRUDEZA, PUEDE RESULTAR DESAGRADABLE Y HERIR LA SENSIBILIDAD. TANTO LAS FOTOGRAFÍAS COMO LO QUE SE HA ESCRITO NO HACE MÁS QUE MOSTRAR UNA REALIDAD BRUTAL, PERO SI CONSIDERA QUE PUEDE VERSE AFECTADO AL CONTEMPLAR LO QUE AQUÍ SE EXPONE, NO SIGA ADELANTE.

Quien asume la tortura y el asesinato de otros seres como algo ajeno, es tan responsable como el torturador y el asesino.

"Los hombres son nazis para los animales y su vida es un eterno Treblinka". (Isaac Bashevis Singer- Premio Nóbel).

Después de que todo se haya dicho y hecho, quedará mucho más por hacer que por decir. (Jane Goodall)

Ante la injusticia la cobardía se viste de silencio. (Julio Ortega)



jueves, 11 de septiembre de 2008

El infierno del abandono y de las perreras

No hay día que en que no me lleguen al correo llamamientos desesperados de adopciones para perros y gatos a los que les faltan horas para ser ejecutados dentro de las perreras a las que por diversas circunstancias, siempre trágicas, han ido a parar y digo ejecutados, porque es eutanasia cuando se padece una afección terminal o incurable y se trata de evitarle sufrimientos insoportables o la prolongación artificial de la vida al damnificado, en caso contrario constituye una eliminación física que no puede ser denominada de otro modo más que como ejecución. Unas veces han sido atrapados mientras deambulaban por las calles buscando alimento y refugio, una piel con unos huesos debajo y una mirada asustada vagando sin rumbo en pos de la supervivencia y casi siempre huyendo, de las patadas, de las piedras, de los palos o de los coches. En otras ocasiones fueron recogidos en un arcén, heridos y maltrechos, después de que algún conductor se los llevase por delante con su automóvil y sólo parase para ver si se le había arañado el guardabarros pero no para socorrer al pobre animal, cuyo valor parece ser ínfimo comparado con el de un trozo de chapa. También salvados in extremis de una cuerda de la que pendían, del fondo del un pozo dentro de un saco, de un cepo o tras un disparo, después de haber sido “descartados” como útiles por cazadores sin escrúpulos, sobre todo galgueros. Otros llegan a esos centros de exterminio llevados por sus dueños una vez que se han hartado de ellos por diferentes motivos: desde el perrito que un día fue el juguete de un niño caprichoso y unos padres complacientes pero que una vez crecido, pasó a convertirse en un estorbo al que había que alimentar, limpiar, llevar al veterinario y pensar qué se hacía con él durante las vacaciones, hasta los casos en los que había gruñido o hecho el ademán de morder a alguien, muchas veces como simple mecanismo de advertencia ante las agresiones sufridas por aquellos que piensan que un perro o un gato, han de soportar estoicos que se les tire de las orejas o de los bigotes, se monte un crío encima o que se les cause cualquier tipo de padecimiento físico como si de un peluche inerte se tratase. Algunos simplemente han sido víctimas de seres crueles y brutales que por diversión, odio o cualquier otro instinto malsano, sádico y destructor, les han dado palizas, torturado en el tiempo, provocado terribles padecimientos, los han mantenido atados al sol sin apenas comida ni agua, se han “divertido” con ellos a base de golpearlos, echarles ácido, quemarlos o mutilarlos. Mil modos diferentes de dar rienda suelta a patologías criminales y cobardes que eligen como objetivo a quien saben que no tiene opciones eficaces de defensa, que está desprotegido legalmente y muchas veces, aprovechándose de su confianza y docilidad.

El caso es que por un motivo u otro las perreras se van llenando de estas criaturas cuyas jaulas son un verdadero “Corredor de la muerte”. A los pocos días de llegar a esos establecimientos cuya finalidad principal es exterminarlos, sus vidas terminarán muchas veces entre tremendos sufrimientos, porque bien sea por medio de cámaras de gas o a través de inyecciones, teniendo en cuenta que normalmente y por abaratar costes utilizan para éstas productos de baja efectividad, lo cierto es que antes de morir, estos animales pasarán por una agonía larga y muy dolorosa. Una agonía anónima, de la que sólo son testigos sus ejecutores y que supone para esos perros y gatos, un colofón espantoso y despiadado después de una existencia en la mayoría de los casos plagada de angustia, agresiones, falta de cariño, hambre, sed, frío y accidentes. Es repugnante y resulta atroz comprobar como el hombre puede hacer gala de tanta dureza, falta de compasión y ausencia de sensibilidad ante seres vivos que como él, son susceptibles al dolor, a la alegría, a mostrarse agradecidos por una caricia y atemorizados por una amenaza. No es sólo que los animales racionales nos creamos los dueños y señores del Planeta con derecho para destruir y aniquilar a nuestro antojo a los que consideramos inferiores, es que deberíamos de sentir verdadero horror y vergüenza de mostrar tales actitudes y de transmitirlas a nuestros hijos; si no somos capaces de analizar los efectos de actos tan monstruosos y sentir bochorno por estar hasta tal punto degradados, es que no merecemos la condición de seres humanos con la carga de juicio, sensatez y sentimientos que tal papel comporta, dirigida a preservar lo que nos rodea y a constituirnos en sus protectores, no en devastadores ni en verdugos fríos e inconmovibles.

Y tanta culpa tenemos de esta dramática situación los ciudadanos de a pie como aquellos que ocupan cargos con competencias en la misma. Los primeros por una parte porque no somos conscientes de que hacernos con un perro o un gato, conlleva además de inmensas satisfacciones una serie de responsabilidades que habremos de cumplir porque no hay vuelta atrás; no estamos adquiriendo un electrodoméstico que cuando empieza a fallar o sale un modelo mejor lo podemos arrojar a un contenedor, sino que de forma supuestamente razonada y libre, estamos llevando a nuestro hogar a un ser vivo sometido a nuestras decisiones y eso nos convierte en responsables de cuanto le ocurra. Por otro lado, aún sabiendo que las perreras están repletas de estos animales que aguardan ser rescatados de tan triste destino como es el sacrificio y que en los albergues, donde con muy buenas intenciones pero medios muy exiguos permaneces incluso años a la espera de una familia que los adopte, seguimos acudiendo a criadores de perros de raza o a establecimientos comerciales donde expuestos en un escaparate, como si de zapatos se tratase, fomentamos un comercio de seres vivos que tiene como consecuencia un número creciente de abandonos y el desamparo total para aquellos que hacinados en celdas que son la antesala de la muerte o viviendo día tras día en condiciones penosas por falta de recursos, nadie quiere porque muchas veces no son puros de raza, no tienen pedigree o ya no son la “bolita de pelo” graciosa y llamativa que se compra como adorno más que como compañero vivo y fiel amigo. Ese desechar a los “individuos” que no cumplan requisitos de pureza o no estén muy cotizados en el mercado y aniquilarlos, es una actitud que recuerda demasiado a las limpiezas étnicas llevadas a cabo por algunos criminales y genocidas que todos recordamos. Y no olvidemos que tanto la fidelidad, como la capacidad de demostrar cariño y agradecimiento de un animal rescatado de un albergue o perrera después de haber estado sometido a todo tipo de sufrimientos, está demostrado que son mucho mayores y más arraigadas que en aquellos que sólo significan un negocio para criaderos y tiendas de animales.

Y por otra parte tenemos a la gente con responsabilidades a la hora de gestionar y legislar al respecto. Para estos suele ser un tema baladí, que no reporta beneficios electorales y en el que no invertirán tiempo ni dinero de forma suficiente y efectiva hasta que los perros no puedan acudir a las urnas. Sin embargo hasta que llegue ese momento que será nunca, una vez más los que tenemos medios y capacidad para presionarles somos nosotros, los ciudadanos, aquellos a los que quieren tenernos contentos y para los que se disfrazan de Reyes Magos durante las campañas electorales a la espera de recibir nuestras cartas pidiendo regalitos. Los políticos solo serán receptivos a este problema que implican docenas de casos de trato feroz y muertes a diario, el día que les exijamos de forma eficaz e inmediata, un cambio en una Ley y en unos presupuestos pensados hoy por hoy para adornar la fachada, manteniéndola limpia y llenándola de luz y color puesto que es lo que vemos, mientras en el interior la miseria y la indefensión de aquellos cuya voz no oímos desde fuera, se come sus vidas de un modo espantoso. El problema de los animales abandonados no se soluciona abriendo perreras y convirtiéndolas en campos de exterminio, sino a través de campañas para que la población tome conciencia de lo que significa adquirir un perro o un gato, de la obligatoriedad y control de la implantación del chip de identificación –requisito por cierto apenas cumplido y rechazado por parte de los dueños de perros de caza-, de educar sobre las alternativas al abandono, de informar sobre soluciones a la hora de tener que viajar, de exponer las ventajas de adoptar en vez de comprar, de legislar sobre la cría y tiendas de animales, de invertir dinero en vez de en inyecciones letales en esterilizar y en erradicar el concepto y funcionamiento actual de las perreras, dedicando recursos económicos a la apertura de Centros de albergue y adopción donde no se les ejecute y se les mantenga hasta que sean acogidos en condiciones óptimas, dignas y bien cuidados, porque es lo que se merecen tanto ellos como nosotros, si queremos ser una Sociedad que avance en cuestiones de solidaridad y justicia y superar de una vez por todas, que ya es hora, esa falta de respeto con consecuencias mortales que mostramos hacia criaturas más débiles y desprotegidas. Dinero hay, sólo hace falta tener ganas de emplearlo en eso en vez de utilizar tanto en cuestiones muy llamativas de cara a la galería, pero que en definitiva escasos beneficios sociales reportan y no son más que un modo de hacer publicidad de un producto, en este caso político, mientras al mismo tiempo, un perro se retuerce de dolor y un gato agoniza entre estertores como víctimas inocentes, indefensas y sobre todo ocultas, de un Sistema que valora la vida no como un derecho inalienable en si mismo, sino en función de la rentabilidad que se pueda obtener de su poseedor.

A mí correo seguirán llegando mensajes con imágenes de perros y gatos famélicos, atropellados, con señales de haber sido golpeados con barras de acero o piedras, con su piel desgarrada por impresionantes heridas, con la carne necrosada por el fuego o por cualquier producto corrosivo, con alguna pata mutilada y aún cuando no estén lesionados físicamente, todos ellos ofrecerán una mirada triste y afligida y una actitud asustadiza pero yo sé, que cuando alguien ponga una mano sobre su testa y se dirija a ellos con cariño y respeto, el pobre can comenzará a mover el rabo y a manifestar una confianza y afecto que no pueden dejar insensible a nadie que tenga un buen fondo porque esas criaturas, por más tormentos y aflicciones que hayan padecido a lo largo de sus vidas, nunca pierden la capacidad de amar a quien les ama.

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3 comentarios:

Helena dijo...

Tienes mucha razón... La crueldad con los animales no cambiará su curso hasta que la presión ciudadana sea tan grande que no se le pueda dar esquinazo, como ha venido ocurriendo desde siempre.
Me parece que una alternativa interesante consitiría en realizar charlas, exposiciones, ponencias, etc., sobre este tema en escuelas e institutos, así como se habla ya de educación sexual a los niños imberbes. Podríamos evitar mucho sufrimiento!!
Por mi parte estoy organizando actos de concienciación sobre el abandono y el maltrato animal en Barcelona... Ojalá que seamos muchos pronto!
Saludos,
Helena

Fin Maltrato Animal dijo...

Esas iniciativas Helena enfocadas a informar y educar principalmente a los jóvenes, creo que son fundamentales y el mejor modo de erradicar tanta brutalidad consentida y legalizada. Gracias por vuestro trabajo maravilloso; me consta y de primera mano que LIBERA ejerce una labor continua, abnegada e inteligente en contra del maltrato a los animales.

Salud.

Julio

Ricardo Muñoz José dijo...

¡Un escrito estremecedor! Digno de una tesis humanística, sicológica y sociológica.

No hay mayor realidad que la que entra por los ojos y nos estruja el corazón. Y eso consigue tu desfile descriptivo de abusos, maltratos y muertes, de los seres que mejoran nuestras vidas. Porque sólo ellos nos afloran la ternura que tanto nos cuesta expresar.

Siguiendo por este camino, juntos conseguiremos darle voz a los que no tienen voz. Y ese día se vislumbra en el horizonte de los sentidos. Por lo menos ya sabemos, que la lucha de los animalistas inquieta a los que no quieren que nada cambie.

Cuando la verdad adquiera dimensión pública, llegará como un latigazo a los confines del entendimiento.

Julio, continuamos a tu lado. La batalla nos une.

Ricardo - Linde5